No, no hay posibilidad de negociación», ha dicho desde Japón el ministro de Exteriores iraní, Mohamed Yavad Zarif, cuando se le ha preguntado si estaría abierto a negociaciones bilaterales para rebajar la tensión, con un intercambio de prisioneros en su agenda. Una respuesta que es vista como una reducción del espacio para lograr una solución diplomática al actual estado de tensión.
Las palabras del jefe de la diplomacia iraní llegan pocos días después de que un alto funcionario iraní admitiera, en palabras a la agencia Reuters, que estamos «tan abiertos a la confrontación como a la diplomacia». En las últimas horas, incluso, el periodista estadounidense Jake Sherman aseguró haber cazado a la senadora demócrata Dianne Feinstein «caminando por el capitolio con su iPhone en la mano y la página del contacto de Yavad Zarif abierta».
Pero el teléfono de Donald Trump sigue, según él mismo, esperando la llamada de Irán. «Estoy seguro de que Irán querrá hablar pronto», reza uno de los últimos tuits del Presidente, en línea con sus versos de los últimos días, durante los cuales llegó a admitir que «sólo queremos que Irán no tenga armas nucleares». Una posibilidad que, paradójicamente, certificaba el pacto atómico del que EEUU se retiró hace un año, reimponiendo unas sanciones que han golpeado a los iraníes y enervado a los más recalcitrantes.
Precisamente, uno de los comentarios recurrentes de Irán, ante la posibilidad de dialogar con EEUU, es que Washington regresara al acuerdo y levantara todas las sanciones. A fin de meter presión, Irán anunció la semana pasada la renuncia escalonada a algunos de sus compromisos. Fue su forma de forzar a la UE a una negociación sobre cómo lograr que Bruselas, firmante del acuerdo, tome medias para confrontar unas sanciones que están imposibilitando que la Unión Europea cumpla con su parte del pacto.
Tal escenario da a entender que Irán, que tradicionalmente ha dialogado con Estados Unidos a través de países mediadores – los primeros pasos del acuerdo atómico de 2015 se realizaron mediante Omán, lo que desembocó en un contacto directo inaudito entre John Kerry y Mohamed Yavad Zarif – quizás podría plantearse otras formas de alcanzar la Casa Blanca, no bilaterales. Lo contrario es una escalada de tensión jaleada por los halcones de la Casa Blanca y algunos espadas en la nomenklatura iraní.
«Este es el momento más decisivo para la Revolución Islámica, porque el enemigo ha venido al campo de batalla con todas sus capacidades a su disposición», dijo el miércoles el general de Division Husein Salami, recién colocado al frente de la poderosa y rigorista Guardia Revolucionaria. Salami añadió, según la agencia Tasnim, que «los enemigos de Irán llegaron al final del camino» y que, «a pesar de su apariencia ostentosa, padecen osteoporosis».
Sin embargo, el Líder Supremo iraní, Ali Jamenei, desdeñó la retórica de Washington. «No habrá ninguna guerra. La nación iraní ha elegido el camino de la resistencia», afirmó, frente a un grupo de políticos, funcionarios y acólitos, según la agencia semioficial IRNA. «No buscamos una guerra, ni ellos tampoco. Saben que no es de su interés». Pero las líneas de teléfono entre Teherán y Washington siguen aparentemente rotas y, la desconfianza mutua, al alza.
Fuente: El Mundo