Los festejos centrales incluyen un desfile cívico militar y una solemne misa que será oficiada por el obispo Vicente Bokalic, en homenaje a su patrono, Santiago Apóstol, a la que asistirán autoridades provinciales y municipales.
Santiago del Estero, considerada la «madre de ciudades» por ser la más antigua del país, festeja hoy el 466º aniversario de su fundación con un variado programa cultural, religioso y artístico.
Los festejos centrales incluyen un desfile cívico militar y una solemne misa que será oficiada por el obispo Vicente Bokalic, en homenaje a su patrono, Santiago Apóstol, a la que asistirán autoridades provinciales y municipales.
El Parque «Francisco de Aguirre», principal paseo público de la capital santiagueña, será escenario de un festival artístico y folclórico desde la tarde, y se instalará allí una feria de artesanos y puestos de comidas regionales.
Las celebraciones oficiales empezarán en la plaza Libertad, con el espectáculo «La intervención teatral urbana» y seguirán con la fiesta de gala a puro folclore en el Teatro 25 de Mayo.
La ciudad fue fundada el 25 de julio de 1553 por el capitán español Francisco de Aguirre, bajo la denominación de «Santiago» en homenaje a Santiago Apóstol y «del Estero» por los bañados y el cauce del río, cerca del cual quedó enclavada.
Según historiadores, Santiago es el «Apóstol de América» ya que en la región hay más de 200 pueblos que llevan su nombre, al igual que ríos y montañas, porque sus prédicas en España contribuyeron a evangelizar a los indios y porque siempre se lo invocaba contra la peste, sequías y otras calamidades.
De acuerdo a una recopilación religiosa, en 1885 se inauguró el templo San Francisco, en honor a Santiago Apóstol, y en 1903, el templo parroquial que lleva su nombre en la ciudad de La Banda, a 5 kilómetros de la capital santiagueña.
En la catedral de la ciudad capital se venera a la más antigua imagen que se conoce de Santiago Apóstol, que perteneció al coronel Juan Francisco Borges, caballero y precursor de la autonomía santiagueña.
Se trata de una talla de factura americana del siglo XVIII, que se encuentra al pie del altar patronal y es signo de la primera evangelización.
