La realidad golpeó fuerte al gobernador Gustavo Valdés, quien apostó por Macri desde que asumió pero se olvidó de la situación crítica que atraviesa la provincia. En el distrito más visitado por el presidente saliente, la victoria fue para la oposición: Alberto Fernández ganó con tranquilidad y se impuso a Macri por 50,76% a 42,22%.
Para Valdés, Corrientes no formaba parte de la actualidad nacional. Al menos eso se desprende de su campaña proselitista, plagada de asistencialismo y propaganda mediática, fondos destinados a medios, y viajes al exterior (como China) que concluyeron sin inversiones para la provincia.
Mientras tanto, la población se sumía en la pobreza y la indigencia. El gobernador no lo vio, o no quiso, pero el pueblo se lo hizo saber de la forma más contundente en el ámbito democrático: la derrota electoral de Macri ante la fórmula Fernández-Fernandez, con el fantasma de Cristina que finalmente se volvió real.
Ahora el mandatario tendrá una tarea difícil, ya que deberá gestionar fondos y partidas presupuestarias a un presidente que defenestró durante casi todo el año electoral.
A Valdés se le termina el tiempo para solucionar el grave problema social que acarrea Corrientes, y la mejor muestra de ello es el descontento plasmado en las urnas.