Agotados por la falta de servicios básicos y la corrupción de sus gobernantes, los ciudadanos exigen cambios políticos de calado. Las cifras establecen cuatro muertos y más de 300 heridos.
Jóvenes son la mayoría de quienes forman la vanguardia de esta nueva manifestación de repulsa a un Gobierno al que acusan de ineficaz y corrupto. Jóvenes desilusionados con las promesas de un país mejor. Jóvenes cansados de esperar un trabajo que no llega para poder casarse y formar una familia. Jóvenes hartos de ver el mundo a través de las redes sociales y sentir que se están quedando atrás.
El malestar trasciende la brecha generacional. Los jubilados también se quejan de su situación. Fawzia Wahab, que después de 40 años trabajando se ha retirado a los 60 como bedela de una escuela pública, dice que la pensión de 400.000 dinares iraquíes (300 euros) no le llega para vivir. “Tengo que pagar el alquiler y mi hijo está en paro”, explica envuelta en una bandera de Irak por encima del chador.
“Han pasado 16 años desde el fin de Sadam Husein y seguimos dónde estábamos; nada ha mejorado. El Gobierno nos ha engañado con promesas que no cumple”, declara Alaa Hamid, un obrero en paro de 31 años.
Miles de iraquíes han vuelto a darse cita a los pies del Monumento a la Libertad, el impresionante bajorrelieve que conmemora el nacimiento de la República de Irak. Su objetivo es cruzar el puente de Al Yumhuriya (La República), al otro lado del cual se encuentra la ominosa Zona Verde, el barrio en el que se parapetan las principales instituciones del Estado y las élites políticas, y que antes albergó al régimen de Sadam Husein.
A media tarde, ya se habían producido al menos dos muertos entre quienes intentaban pasar al otro lado. Ambos fueron alcanzados por cartuchos de gas lacrimógeno. Fuentes hospitalarias hablan de 350 heridos. Las protestas tampoco se limitan a la capital. Al menos cuatro personas han muerto por disparos de bala en Nasiriya cuando varios miles de intentaban prender fuego a la sede del Gobierno provincial. En Samawah, otra ciudad del sur del país, la multitud ha incendiado las sedes de varios partidos islamistas chiíes asociados con Irán. La comisión gubernamental de Derechos Humanos ha elevado la cifra de muertos de este viernes a 21 —ocho de ellos en la capital— y la de heridos hasta 1.800.
Fuente y foto: El País