La sorpresa de la semana fue, sin dudas, el informe del INDEC que sacó a Corrientes del primer lugar en la tabla de pobreza e indigencia. A principios de año el organismo reveló que la provincia gobernada por Gustavo Valdés tenía 49,4% de pobres, pero en menos de seis meses bajó al 41,4%. En aquel momento, el mandatario puso el grito en el cielo y hasta amenazó con un INDEC paralelo, algo de lo que se olvidó. Hoy destacó los planes sociales y las becas, que según Valdés sirvieron para bajar la pobreza.
Valdés aprovechó el acto de entrega de viviendas en Santa Catalina para volver a hacer campaña, y en esta ocasión ayudado por la medición de la entidad oficial encargada de las estadísticas a nivel nacional.
El gobernador resaltó «el gran aporte en atención social que a su vez repercute en la actividad económica de importantes sectores», pero no pudo nombrar demasiados.
Es que la realidad cotidiana de mas de 400 mil correntinos dice otra cosa. Son los que sufren la desigualdad, la inflación, los salarios que no cubren la canasta básica pese a los ‘plus’ que utiliza ECO como bandera y aquellos que, con suerte, pueden tener algunos alimentos en la mesa o la heladera.
Los docentes, por ejemplo, siguen con sueldos de miseria (dicho por el mismo SUTECO que nuclea a los maestros y profesores de la provincia.
Los empleados públicos, al menos la mayor cantidad de ellos, recibieron incrementos salariales que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas como el pago de servicios. Pero Valdés lo mostró como un logro de la gestión.
Ahora, para el Gobierno, todo volvió a la normalidad. Se nutre de un informe que desconoció meses atrás; pero que ahora, favorecido mínimamente, enarbola como punta de lanza.
