Cuatro jóvenes tandilenses desarrollaron un fertilizante «100% orgánico» para una materia del secundario, lo perfeccionaron y terminaron recientemente una producción de 6 mil litros que les encargó un productor agropecuario que apuesta a la ecología.
Un biofertilizante es un fertilizante orgánico natural que ayuda a proporcionar a las plantas todos los nutrientes que necesitan y a mejorar la calidad del suelo creando un entorno microbiológico natural. Los materiales vivos aumentan la fertilidad de los suelos; algunas bacterias de vida libre y algas verdeazuladas (cianobacterias) fijan el nitrógeno gaseoso, produciendo amoníaco, que liberan, lo que aumenta la fertilidad del suelo y el agua.
Esta innovación se trata de “Biocuno“, una alternativa a los agroquímicos cuyo impacto ambiental es evidente en la actualidad. Este nuevo producto está elaborado a partir de la fermentación de melaza, suero y materia fecal vacuna, en un medio líquido que también contiene ceniza y harina de roca.
“Teníamos que crear un proyecto o servicio relacionado con la química como trabajo final del año y, viendo diferentes alternativas, nos llamó la atención un manual llamado ‘ABC de la agricultura orgánica’”, contó a Télam Agustín Molina, uno de los desarrolladores, junto a Lucas Celse, Tomas Armendariz e Ignacio Gilabert.
A partir de entonces “vimos muchas recetas de fertilizantes orgánicos” y “llegamos a una receta propia” con el asesoramiento de los profesores, de ingenieros agrónomos e investigadores de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Unicen).
“Hace cuatro años que venimos con el proyecto, y no le hemos aflojado nunca, no sólo porque se puede sacar algo económicamente bueno, sino que es nuestro granito de arena a toda la problemática ambiental que hay por la degradación de suelo”, explicó Agustín que hoy tiene 20 años y está estudiando la Licenciatura en Biotecnología en la Universidad Nacional de La Plata.
Ya egresados de la Escuela De Educación Secundaria Técnica 2 Felipe Senillosa de Tandil, en 2018 decidieron darle forma a la continuidad del proyecto como microemprendimiento.
“Lo primero que hicimos fue 60 litros envasados en botellas de agua gaseosa que llevamos a una jornada de cultivadores para regalarlos. Como la gente se fue chocha, lo hicimos varias veces más”, dijo. Y la apuesta más grande hasta ahora son los 6 mil litros entregados la semana semana pasada para un campo de 20 hectáreas de pastoreo de Las Flores.
El preparado está pensado para cumplir la función de “nutrir, recuperar y reactivar la vida del suelo”, pero también “fortalecer la fertilidad de las plantas” y “estimular la protección de los cultivos contra el ataque de insectos y enfermedades”. Y todo esto a partir de un compuesto orgánico “inocuo” que no deja “residuos tóxicos” en los alimentos, al mismo tiempo que asegura mejores cultivos en términos de “cantidad”, “tamaño” y “calidad nutricional”.
Por su parte, el biólogo, filósofo e investigador del Conicet Guillermo Folguera destacó que “tres factores muy positivos” de este proyecto: “pensar a la tierra como ajena a todo un abastecimiento químico, vincular a las comunidad con la producción agraria del lugar y fortalecer los lazos entre las instituciones educativas y las poblaciones locales”.
“Si uno lo piensa en términos históricos, el abastecimiento químico es bastante reciente y comenzó con la ‘revolución verde’ de los 50 y 60, que después evolucionó hacia el modelo actual- de la década del 90-, que se apoya en el paquete tecnológico conformado por agroquímicos, transgénicos y siembra directa, lo que implica una nueva apuesta a la síntesis química pero innovando también en la semilla, para que puedan para resistir a los venenos”, dijo.
La historia demuestra que “el químico no es condición necesaria de ningún cultivo”, mientras que, por otro lado “ya hay síntomas de desgaste muy serio (de los suelos) que no se toman en serie: inundaciones y menor productividad de las tierras”.
Algunos de los beneficios de Biocuno:
– Producto inocuo.
– Aumento en la cantidad, la uniformidad el tamaño y la calidad nutricional.
– Aumento de la resistencia al ataque de plagas y enfermedades.
– Aumento de la cantidad, el tamaño y la vigorosidad de la floración.
– Eliminación de residuos tóxicos en los alimentos.
– Mejoramiento y conservación del medio ambiente y recursos naturales, incluyendo la vida en el suelo.
Fuente: El Federal