* Artículo de la Lic. en Nutrición Macarena Rodriguez Serrano.
Cada persona es un mundo, tiene una manera muy peculiar de relacionarse con los alimentos y esto se da debido a la genética, de la cultura que lo rodea y de la educación que recibe.
Una persona come por diferentes razones. Al ser una actividad cotidiana muchas veces no prestamos atención a lo que verdaderamente nuestro cuerpo quiere decir y el no escucharnos es un plus para el aumento de peso.
El hambre es la necesidad fisiología de ingerir alimentos, de esta acción se desprenden dos tipos: lo emocional y lo real.
¿Cómo podemos comenzar a diferenciarlos?
El hambre al cual lo atribuimos como “real”, o también lo podemos llamar biológico, es cuando nuestro cuerpo no dispone de los nutrientes necesarios para realizar las actividades esenciales cotidianas. Este hambre real o biológico se cubre realizando las cuatro comidas principales.
A diferencia del anterior, el hambre emocional tiene dos formas de presentarse. La primera como bien lo dice el nombre, hambre emocional es aquel que se dispara por las emociones (tristeza, angustia, enojo, etc.). Cuando nos enfrentamos a algunas de las emociones fuertes recurrimos a buscar lo que nos da felicidad: la comida. El hambre hedónico, en cambio, se centra en la búsqueda del placer que pueda asociarse a un bien como se lo describía dentro de la filosofía. Este tipo de hambre se encuentra influenciado por la disponibilidad del alimento. Por ejemplo, si sabemos que tenemos una caja de chocolates, constantemente vamos a tener aquella necesidad de comerlos ya que eso nos genera placer (porque el chocolate genera eso, ¿no?)
Al aprender a diferenciarlos, nos educamos y comemos mas consientes, esto permite que nuestro cerebro se entere y a su vez que la saciedad llegue antes, como también, a regular nuestra ingesta mediante diferentes estrategias que nos permitan manejar mejor nuestras emociones, sin generar privación de ningún alimento y sin olvidarnos de disfrutar cada momento con la comida que más nos gusta.
Una alimentación saludable no solo implica comer alimentos que muchas veces lo denominamos saludables, sino que también implica reconocer nuestras emociones para poder elegirlos mejor.
Macarena Rodríguez Serrano
Licenciada en nutrición
MP 5242
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