Todo apuntaría a que la joven sucedería al dictador en el poder.
Desde su reaparición el pasado abril tras los rumores sobre el mal estado de salud de su hermano, Kim Yo-jon, ‘la princesa discreta’, ha ido ganando poder dentro de las estructuras del régimen.
Mucho ha cambiado el protagonismo de Kim Yo-jong desde que fuera caricaturizada como la «princesa discreta» que sostenía el cenicero de cristal a su hermano fumador y dictador. Ella, la hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, era otro de los misterios que envolvían al hermetismo de Corea del Norte. Poco o nada certero se sabía de su vida. Ni siquiera su edad real.
Tras un tiempo apartada de los focos, el nombre de Kim Yo-jong reapareció mediáticamente el pasado abril tras los falsos rumores del mal estado de salud de su hermano. A Kim Jong-un lo volvieron a matar antes de tiempo y ella fue señalada por la prensa surcoreana como su sucesora. Desde entonces, no se ha bajado de la primera plana, aumentando su poder dentro de las estructuras del régimen de Pyongyang.
Primero como subdirectora del Departamento del Frente Unido del partido, quien maneja las relaciones con Corea del Sur. Y ahora, 18 meses después de la escena del cenicero, la agencia de espionaje de Seúl la ubica como la número 2 de Corea del Norte. Según el Servicio de Inteligencia Nacional de Corea del Sur (NIS, por sus siglas en inglés), Kim Yo-jong ya desempeña su función como «segunda al mando de facto». Su papel principal será dirigir las relaciones con el vecino del sur y Estados Unidos.
¿Se ha convertido Corea del Norte en una dictadura de hermanos? Para la Inteligencia surcoreana, pese a la transferencia de poderes, Kim Jong-un sigue siendo la máxima autoridad y ejerce un «poder absoluto». El NIS enfatizó que la decisión de Kim de delegar algunas responsabilidades no está ligada a ninguna cuestión sobre la mala salud del líder, los planes de sucesión o su control del poder.
Los legisladores surcoreanos recibieron la noticia del ascenso de la hermana del dictador en una reunión con representantes de la agencia de espionaje. Uno de los parlamentarios que asistió, Ha Tae-keung, que forma parte del comité de inteligencia de la asamblea nacional, dijo a los medios de su país que Kim había entregado «un poco más de su autoridad en comparación con el pasado». No sólo a su hermana, también habría delegado otras funciones sobre política económica y militar en nuevos altos funcionarios ascendidos. «Kim Jong-un, pese a que aún mantiene su autoridad absoluta, parece estar abriéndose poco a poco a ceder responsabilidades», asegura la agencia surcoreana de noticias Yonhap.
LA ‘CARA AMABLE’ DEL RÉGIMEN
La hermana pequeña del líder de Corea del Norte, que se rumorea que puede tener alrededor de 30 años (hasta su edad es imposible de confirmar), hizo su primera gran aparición pública en 2018 representando a su país en los Juegos Olímpicos de Invierno, que se celebraron en Corea del Sur. Una imagen que acaparó todos los focos porque era el primer miembro de la dinastía familiar que visitaba a sus vecinos desde que finalizara la guerra civil en 1953. Todos interpretaron ese gesto como una intención de aliviar las tensas relaciones entre ambas naciones.
En los círculos diplomáticos se hablaba de que Kim Yo-jong era la «cara amable» del régimen. Al menos esa era la parte más visible que Pyongyang quería dar a conocer. Desde Estados Unidos ya tenían su nombre apuntado como una de las funcionarias norcoreanas de máxima confianza del líder supremo que alimentaba las agencias de propaganda tapando los abusos de los derechos humanos en su país. Ese era su trabajo en una carrera política que comenzó en 2014 como vicedirectora del departamento de Propaganda y Agitación del Partido de los Trabajadores.
Pero estos meses, a medida que la figura de Kim Yo-jong tomaba más protagonismo, también lo hacía su agresiva dialéctica. En mayo, la hermana del dictador avisó de que se cortarían las comunicaciones con su «enemigo» del sur. Un par de veces al día desde Seúl llamaban a una oficina ubicada en la ciudad norcoreana de Kaesong. El teléfono dejó de sonar y el 16 de junio la oficina de comunicación voló por los aires. Para Kim Yo-jong esto suponía el paso de la determinación de cerrar completamente todos los medios de contacto con Corea del Sur. Una respuesta a lo que consideró una «campaña de envío de panfletos críticos realizada por desertores».
El reciente informe de la Inteligencia surcoreana -cuyas interpretaciones sobre lo que ocurre en el vecino del norte han tenido estos años tanto aciertos como errores- sobre el nuevo cargo de Kim Yo-jong llega poco después de que su hermano convocará un congreso poco común del Partido de los Trabajadores en enero para diseñar un nuevo plan quinquenal para la economía y abordar las «deficiencias» políticas.
Fuente: El Mundo