Por el gobernador Jorge Capitanich
Un día como hoy, pero hace 75 años, una multitud, al calor de una manifestación espontánea, reclamaba la liberación y presencia física del llamado «Coronel del Pueblo». El mundo de entonces, tras la sangrienta Segunda Guerra Mundial, se reconfiguraba para los próximos 45 años. La Argentina, su ciudadanía, y en particular sus mayorías sociales, también. Nacía así, el liderazgo más rutilante de nuestra historia contemporánea.
Decía el General Perón que la «sensibilidad es base para ver». En aquel momento, el éxito de su trascendencia estuvo ligado a tener la sensibilidad para ver e interpretar las demandas de las mayorías. Demandas de un pueblo que emergía de las periferias y esta condición le permitió ver más allá y ampliar los horizontes que lo convertirían, en efecto, en un parteaguas de nuestra historia nacional.
Tres cuartos de siglo más tarde, el mundo vuelve a sufrir un fuerte cimbronazo que lo reconfigura, que lo cambia todo. Tres cuartos de siglo más tarde, el mundo —y la Argentina— precisan de mayor sensibilidad, como base para esta nueva disposición global, para ver más allá; para lograr observar, también, la periferia.
«La verdadera política es la política internacional», decía Perón. Esta sensibilidad también en ese plano le permitió ser consciente de las demandas de una nueva arquitectura mundial, propuso la organización de los países no alineados, la integración latinoamericana, la tercera posición ideológica y la no sumisión al Fondo Monetario Internacional. Pensar el mundo pospandémico implica, entonces, advertir el impacto del COVID-19 en el sistema político, económico y social.
Fortalecer la red de seguridad social: los desafíos de la pandemia
La pandemia suscitada por el Coronavirus ha puesto al descubierto la informalidad laboral, la laxitud de los sistemas de seguridad social y la precarización de los sistemas sanitarios. En efecto, la fuerza laboral en el mundo asciende a 4.500 millones de personas, de las cuales más de la mitad de ellas —2.500 millones— trabajan en condiciones de informalidad.
Hoy se estima que cerca de 500 millones de personas están desocupadas en el mundo. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advirtió, a comienzos de la expansión del virus en América Latina, que la pandemia podría dejar 35 millones de nuevos pobres en la región.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), por su parte, señaló que se destruirá, al menos, 14 millones de puestos de trabajo. La distribución de la informalidad laboral coincide con el mapa de la pobreza e indigencia en el mundo. Los países más pobres y desiguales son los que poseen mayor informalidad. Esta situación impide el financiamiento estructural de los sistemas de seguridad social para corregir asimetrías funcionales (trabajadores y empresarios), espaciales (dentro de un país, entre regiones y provincias) e inter-temporales del ingreso (niños, niñas, adolescentes y jóvenes con adultos mayores y ancianos).
La informalidad laboral impide la capacidad de proveer de financiamiento mediante aportes y contribuciones al sistema de seguridad social. De este modo, el sistema sanitario no logra construir un modelo sustentable a través de la interacción del sector público y las obras sociales que nuclean a los trabajadores para atender las demandas sanitarias de un modo equitativo y eficiente.
Pensar la pos-pandemia es advertir la necesidad de nuevos paradigmas para pensar las relaciones laborales, es identificar nuevos actores del sistema de seguridad social como la economía popular y ciertas actividades estacionales que requieren un régimen de regularización especial.
Menos trabajo implica menos trabajadores, menos trabajadores implican menos aportes y contribuciones, menos aportes y contribuciones implican sistemas de seguridad social débiles y sistemas sanitarios precarios. Resolver este círculo vicioso que genera la pandemia será atacar el corazón de sus consecuencias.
El empleo debe ser el tema principal del debate internacional. Empleo, seguridad social y sistemas de salud. Si no se comprende y fortalece esta cadena, no habremos entendido la lección de la crisis global más importante de los últimos años. Y, en efecto, estaremos fortaleciendo el círculo vicioso.
La sensibilidad como respuesta a la adversidad de la pandemia
Hacia un peronismo abierto, moderno y transversal El Coronavirus lo cambia todo. Incluso, también, las categorías de identidad política. En efecto, no se puede ni se debe encarar esta nueva etapa de la humanidad con las mismas etiquetas. Si hace unos años se hablaba de izquierdas y derechas, de unos u otros, hoy la dimensión común es la sensibilidad social. Unir nuestros esfuerzos y voluntades con el objetivo de construir una agenda clara y determinante en el mundo de hoy es nuestro objetivo como argentinos y argentinas, nuestra tarea como latinoamericanos y nuestro deber como agentes integrados de un mundo que se está redefiniendo.
Los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) deben ser la hoja de ruta de todos aquellos y aquellas que deseen reconstruir nuestra comunidad con una mirada más humana, menos mercantil y más sostenible. Para ello, deben contener un consenso político activo con la emergencia de nuevos actores políticos para construir un gran acuerdo internacional. Los ODS deben ser, además, el puente entre lo viejo y lo nuevo.
El modelo de la insensibilidad ya no es solamente, y como indica la palabra, cruel. Es, en efecto, insustentable e irracional. Pensar el mundo que necesitamos reconstruir no se puede hacer más desde la óptica que se ofrecía hacia finales de la década del 80’ a nivel internacional, cuando se acaba el mundo de la posguerra. El modelo societario de la insensibilidad, hoy día, no tiene una oferta económica hacia la ciudadanía. Y, en consecuencia, ese vacío se llena con rechazo y odio hacia el otro. Es, por ende, un modelo agotado.
El mundo de hoy reclama más democracia, comunidad y sostenibilidad; y menos desafección, individualismo y cortoplacismo facilista. Este es el dilema de la humanidad en el presente. Este clivaje entre democracia sensible y sustentable versus apatía de las élites supera las categorías analíticas preexistentes y duras del pasado reciente. Atrás quedaron las consignas de patria o colonia, de liberación o dependencia.
Los ODS, por lo tanto, son una hoja de ruta —más que nunca— para los gobiernos. Pero, también, una hoja de ruta para las empresas y los partidos políticos.
Hacia un peronismo abierto, moderno y transversal
Un mundo más sostenible, más plural y con un sentido comunitario más amplio, generoso y fuerte requiere de herramientas de participación y representación, también, más democráticas.
En pocos días se cumplirá un año de la victoria de la coalición del Frente de Todos en las elecciones presidenciales que llevaron a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia y vicepresidencia, respectivamente. Esa asociación plural de actores es producto de una lectura común de partidos políticos, movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanas y ciudadanos respecto de una serie de demandas determinadas y dolores, en un momento determinado de la Argentina.
En efecto, expresa la necesidad de que los partidos políticos del Siglo XXI, y más que nunca ahora, sean abiertos, flexibles y —como Perón hace 75 años— capaces de interpelar e interpretar a las periferias.
El justicialismo constituye el soporte principal del Frente de Todos. Y si bien me gustaría que el presidente de la Nación lidere el Frente de Todos, el compromiso debe ser el de construir un partido abierto, dinámico, moderno, plural, democrático con perspectiva internacional. Asumir la conducción y cerrar el partido no es la mejor estrategia, pues genera desencanto en nuestras bases políticas y electorales. El partido, en el Siglo XXI y como testigo de esta era, debe ser la cara visible de nuestras posturas filosóficas, ideológicas y doctrinarias. Pero ello no debe ser un impedimento para interactuar con las otras fuerzas políticas que integran la coalición de Todos.
La unidad común entre todos y todas es, sin lugar a duda, la sensibilidad como “base para ver». En efecto, la coalición, el Frente de Todos, es la casa de todos y todas.
La agenda del PJ
Organizar institucionalmente la coalición contribuye de manera sustancial a la gobernanza en tiempos complejos y difíciles. El PJ, como columna vertebral de la unidad ciudadana y de fuerzas políticas, debe no solo promover su organización interna, sino también desarrollar un programa de carácter internacional. Se trata de promover y fomentar una convocatoria a los pueblos y movimientos populares del mundo sobre la base de 10 iniciativas:
1) Construir una internacional solidaria cuyos principios deben ser el desarrollo de un sistema político abierto, democrático, plural, igualitario, libre, legítimo y representativo; un sistema económico inclusivo, soberano, dinámico, productivo y regulado; un sistema social justo, equitativo y universal.
2) Desarrollar una agenda ambiental que promueva la reducción de gases efecto invernadero, el procesamiento y clasificación de residuos sólidos urbanos en manos de cooperativas de la economía popular; la preservación de la riqueza ictícola, del bosque nativo, la fauna y la flora, las reservas de agua dulce; la transformación de las formas de consumo de nuestros recursos naturales y energéticos.
3) Promover la justicia social en el marco de la igualdad de oportunidades con la extensión y el empoderamiento de los derechos económicos, sociales, civiles y políticos a los efectos de lograr educación, salud, seguridad y justicia que garanticen el bienestar de la humanidad.
4) Propiciar la eliminación de las guaridas fiscales con el objeto de evitar la elusión y evasión fiscal como métodos de desfinanciamiento crónico, sistemático y estructural de los Estados soberanos en los países en vías de desarrollo.
5) Combatir tenazmente el narcotráfico, la carrera armamentista y el lavado de activos impulsado por las grandes potencias a los efectos de destruir las identidades de naciones y pueblos con injerencias directas en territorios vulnerando indirectamente la administración soberana de los mismos.
6) Impulsar un nuevo modelo de organización multilateral del sistema de naciones unidas, sobre la base del principio de autodeterminación de los pueblos y de la equidad de trato entre países. Conformando al mismo tiempo, una nueva arquitectura financiera internacional destinada a resolver los problemas estructurales de las deudas soberanas y el acceso al financiamiento de los países al desarrollo productivo como base para la generación de empleos de calidad.
7) Propiciar un pacto mundial por la paz, el desarrollo económico y de los pueblos. Esto, con el objetivo de asignar un monto de 10 billones de dólares en programas destinados a lograr producción, empleo y exportaciones. Todo ello en el marco de un programa internacional de estabilidad macroeconómica y crecimiento orientado a construir instituciones internacionales consignadas a lograr metas educativas, sanitarias y sociales que garanticen mayor equidad.
8) Desarrollar una convocatoria internacional amplia para favorecer el desarrollo científico y tecnológico destinado a corregir asimetrías entre pueblos, comunidades y países a los efectos de promover la justa y equitativa distribución universal de los bienes de la humanidad.
9) Propiciar la década del 2020-2030 como aquella en que los diecisiete objetivos que conforman la Agenda 2030 de las Naciones Unidas fueron alcanzados. Éstos son: fin de la pobreza; hambre cero; salud y bienestar; educación de calidad; igualdad de géneros; agua limpia y saneamiento; energía asequible y no contaminante; trabajo decente y crecimiento económico; industria innovación e infraestructura; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo responsables; acción por el clima; vida submarina; vida de ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas; alianzas para lograr objetivos.
10) Promover la ampliación de derechos para las mujeres y disidencias sexuales a fin de desmantelar los marcos normativos reproductores de la desigualdad estructural entre los géneros, redistribuir el ingreso con vistas a reconocer el trabajo reproductivo, proveer de representación en los espacios de participación política y erradicar todas las formas de violencia por razones de género.
Estos 10 puntos no son excluyentes. Pero pueden constituirse como puntos de partida para una plataforma de alcance global que estimule la convocatoria de una nueva matriz de pensamiento y promueva la creación de nuevos paradigmas asentados en el empleo y la equidad social.
Garantía de gobernabilidad sobre la base de pactos
Nosotros como peronistas propiciamos un pacto político, económico y social que promueva la unidad del pueblo argentino en función de las metas concretas que nos permita recuperar la economía para generar más empleos y lograr más equidad social. El peronismo, como actor político fundamental que representa a millones de argentinos y argentinas, debe ser una pata más de la gran mesa donde debemos sentarnos muchos y muchas para pensar lo que viene.
La Argentina necesita pactos. Necesita acuerdos. La Argentina de los próximos
diez años necesita comenzar ahora. La Argentina discutida y dirigida por un tercio y sin contar con todas las partes, no va más. Necesitamos de grandes acuerdos y grandes mayorías. Y es con todos y todas. El Consejo Económico y Social puede erigirse en una herramienta de consenso sobre la base de un programa amplio y plural que estimule la inversión pública y privada para reactivar la economía mediante el aumento de la producción, el empleo y las exportaciones.
Nuestro gran desafío es construir un partido para las futuras generaciones con nuevas modalidades de acercamiento a la gente. Aquella definición de Perón, que “peronistas somos todos”, constituye el reconocimiento de la potencial capilaridad social y generacional que posee nuestro movimiento.
El partido no es ni debe ser una circunstancia. Debe trascender a los tiempos. Perón decía «la organización vence al tiempo». Y también decía que el conductor político debe tener una visión omnicomprensiva de la realidad para lo cual debe extrapolar la realidad con imaginación y creatividad. La conducción es un arte, con su parte inerte (teoría y práctica) y la creatividad del artista. El PJ, por ello, debe expresar en este tiempo los desafíos del país y de la humanidad. Debe erigirse en una organización moderna desde el espacio físico hasta su concepción federal. Debe formar cuadros para la acción de gobierno imbuidos de conocimientos sólidos en planificación, gestión y comunicación, pues no se puede hacer lo que no se planifica y no se puede comunicar lo que no se hace.
Hoy más que nunca necesitamos un partido federal, inclusivo, solidario, abierto a la construcción de un movimiento nacional, popular y democrático que exprese unidad en la diversidad. En definitiva, un partido capaz de enarbolar más alto que nunca, de defender como nunca antes, el valor que nos ha gestado y fundado: el valor de la lealtad, hoy día traducida en el bien común.
Cuidar nuestra casa común, como dice el Papa Francisco, es el desafío como humanidad que trasciende a nuestros tiempos. «Sensibilidad es base para ver». Construir y ensanchar esa sensibilidad, es nuestra principal lealtad y objetivo que tenemos por y hacia nuestro partido.