Este miércoles por la noche parte hacia Moscú un vuelo de Aerolíneas para traer 500.000 dosis de Sputnik V que llegarían el viernes a Buenos Aires. Se trata de un embarque extraordinario debido a la demanda que existe en todo el país y el temor sobre la pronta llegada de una segunda ola del coronavirus.
Este medio millón de vacunas rusas se suma a las 3 millones de dosis de Sinopharm que llegarán desde Beijing, en teoría, antes que termine marzo.
Según adelanta Infobae, también es probable que arribe un cargamento de Oxford-Astrazeneca a comienzos de abril, pero todo dependerá de los niveles de producción mundial y de la capacidad de negociación del Gobierno para acceder a estas dosis.
Carla Vizzotti, ministra de Salud, y Cecilia Nicolini, asesora presidencial, ultimaron los detalles para lograr el embarque extraordinario desde Moscú. Cuando la ministra tuvo confirmación de la cantidad de dosis, habló con Horacio Rodríguez Larreta, jefe del Gobierno porteño, quien había revelado a los medios de comunicación que las vacunas para la Ciudad de Buenos Aires se agotarían hacia fin de semana.
«Mañana (por hoy) sale un avión de Aerolíneas Argentinas a Moscú, y traemos 500.000 dosis», aseguró Vizzotti a Rodríguez Larreta.
La Casa Rosada firmó con Sinopharm un contrato flexible por 30 millones de dosis. Y eso implica que la Argentina puede comprar acorde a su necesidad, y no es necesario adquirir la totalidad de las vacunas previstas en el acuerdo comercial.
Sin embargo, consideran un hecho casi inevitable que Sinopharm pueda transformarse en el principal proveedor de vacunas de la Argentina. Oxford-Astrazeneca tiene atrasos de producción, no hay acuerdos con Pfizer y Moderna, y la elaboración de la Sputnik V aún no tiene escala para satisfacer en tiempo y forma a todos sus clientes.
La presión negociadora de Vizzotti y Nicolini logró que el Fondo Ruso de Inversión Directa remitiera esas 500.000 dosis a Buenos Aires. Es una carga de emergencia que apenas actuará como atenuante frente a una acelerada demanda que quiere adelantarse al peor panorama.