Por su carácter selectivo, el insecticida obtenido ataca a los principales artrópodos hematófagos -que transmiten enfermedades como la malaria, chagas, dengue, enfermedad de Lyme, la esquistosomiasis, la enfermedad del sueño y las infecciones causadas por el virus del Zika- sin dañar a otras especies ni afectar a los humanos.
Aunque los insecticidas neurotóxicos son el principal instrumento para el control de insectos, tienen un impacto negativo en el medio ambiente y reducen las poblaciones de especies benéficas de insectos, como los polinizadores, indican desde la UNLP. Además, la selección y propagación de poblaciones resistentes a estos insecticidas ha limitado fuertemente la eficiencia de las campañas de control, por lo cual resulta urgente el desarrollo de nuevos métodos para reducir la trasmisión de tales enfermedades.
Los investigadores del Centro Regional de Estudios Genómicos (CREG) de la UNLP hallaron una alternativa prometedora y amigable con el medio ambiente que se dirige a la vía del metabolismo de la tirosina de los insectos.
El Doctor Marcos Sterkel, uno de los investigadores a cargo del desarrollo explicó que, “los insectos hematófagos incorporan muchas veces su peso corporal de sangre en una sola comida. Como las proteínas son el principal componente de la sangre de los vertebrados, su digestión en el intestino de los insectos hematófagos genera concentraciones extremadamente altas de aminoácidos libres. La vía de degradación de la tirosina desempeña un papel esencial en la adaptación de estos animales a la alimentación con sangre. La inhibición de la enzima 4-hidroxifenilpiruvato-dioxigenasa (HPPD), impide de la degradación de la tirosina y provoca la muerte de los insectos hematófagos después de alimentarse”.
“El bloqueo del catabolismo de la tirosina después de una comida de sangre es letal en mosquitos, garrapatas, moscas tse-tse y vinchucas debido a la acumulación de cantidades tóxicas de tirosina. Sin embargo, la inhibición de la degradación de la tirosina en organismos con otros tipos de alimentación es inofensiva. Por lo tanto, los compuestos que bloquean el catabolismo de la tirosina, actúan selectivamente sobre los insectos hematófagos. En nuestro trabajo, hemos evaluado la toxicidad de distintos inhibidores de la enzima HPPD (Mesotriona, Isoxaflutole y NTBC) utilizados actualmente como herbicidas y en la salud humana” remarcó el científico de la UNLP.
Sterkel expresó que, “el tratamiento de estos insectos con NTBC, ya sea administrado por vía oral como endectocida o por vía tópica en la cutícula del insecto, provoca la acumulación de tirosina. Esto conduce a la parálisis inicial , seguida de la destrucción de los tejidos luego de la ingesta de sangre”.
“Todas las pruebas realizadas hasta el momento han sido en laboratorio, aún falta desarrollar la etapa de prueba en campo. En Inglaterra están realizando trampas de azúcar con proteínas y esta droga (NTBC) para el control de malaria en África y nuestro propósito es viajar allá para construir estas mismas trampas para mosquitos en Argentina, principalmente Aedes Aegypti (dengue)”, detalló e indicó que “Nuestros resultados proporcionan pruebas de que el NTBC podría utilizarse como una estrategia sinérgica ecológica junto con las actuales prácticas de control.”
Fuente: UNLP Investiga