E.E.U.U: más de 40 años de cárcel para el oficial que mató a George Floyd 

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Se acabó el suspenso y estalló la celebración en Minneapolis. Condena total para el policía Derek Chauvin, de 45 años.

El veredicto del jurado lo consideró culpable de dos delitos de asesinato en diferentes grados y otro de homicidio negligente por la muerte de George Floyd, ahora más icono global que nunca. El exagente afronta penas de cárcel de hasta 40, 25 y 10 años de cárcel, respectivamente. Dentro de unas semanas se hará la audiencia para concretar la sentencia.

A la que se leyó el veredicto, en la sala se escuchó el brote de alegría de los reunidos en el exterior. Hubo otro ruido que también se escuchó, el de las esposas que le pusieron a Chauvin. Dada la enorme pena que le espera, el juez Peter Cahill revocó la fianza y lo envió de inmediato a prisión.

“El mundo nos está mirando”, se ha repetido una y otra vez estos días. Muchos analistas y la comunidad negra tenían claro que, si se exoneraba a un policía que aplicó un linchamiento a plena luz del día, la imagen dejaría en mal lugar a un Estados Unidos que va de adalid en la defensa de los derechos humanos.

Antes de que cumplieran once horas de deliberación, el jurado comunicó al juez que había alcanzado un veredicto. La ciudad de Minnesota y el país estaban en estado de ansiedad Esa comunicación del juez abrió el suspense sobre el sentido de la decisión.

Esa espera estuvo marcada por los nervios y el alivió por la inminencia de la resolución. Los concentrados en la zona cero de Minneapolis, en torno al palacio de justicia, explicaron que, fuera cual fuera el veredicto, esto no significa el final de las reivindicaciones contra la brutalidad policial y la necesidad de una reforma a fondo contra el racismo.

Tras la selección del jurado, la vista oral se ha prolongado durante tres semanas. Han declarado 38 testigos por el lado de la fiscalía y siete por el de la defensa. El asunto central ha sido el vídeo de nueve minutos y 29 segundos en los que Chauvin presionó con su rodilla sobre el cuello de Floyd, sin hacer caso a sus súplicas –“no puedo respirar”, en 27 ocasiones-, pero tampoco de los transeúntes, que de forma reiterada le pidieron que cesará en su acoso, y que le advirtieron que el detenido parecía no estar consciente ni tener pulso. Caso omiso.

“Usen el sentido común, usen sus ojos, lo que vieron es lo que vieron”, recalcó el fiscal Schleicher sobre ese vídeo y esos testigos. El jurado ha creído la tragedia criminal de esa grabación.

Tiene su mérito que, en poco más de diez horas, los doce miembros del jurado (siete mujeres y cinco hombre) coincidieran todos en una misma opinión, por cuanto tanto para la condena como para la absolución se necesitaba la unanimidad. En su deliberación debían decidir si Chauvin usó una fuerza innecesaria e ilegal y si su acción fue la que llevó a Floyd a la muerte. Así que ninguno creyó que el óbito de Floyd se produjo por un paro cardiaco o una sobredosis de opiáceos.

Para la comunidad negra este veredicto tiene un significado muy especial. Después de la muerte de Floyd y las movilizaciones, en las que se pedía rebajar los presupuestos de los departamentos policiales o refundarlos, se planteó un cambio radical.

Pero como se ha visto en pleno juicio, las acciones contra los negros se han repetido. Solo hace unos días falleció Daunte Wright en Brooklyn Center, en el área metropolitana de Minneapolis.

“Por fin se hace justicia a la familia Floyd y a todos nosotros”, señaló una joven concentrada en la esquina que murió Floyd. “Todavía tenemos un problema de supremacismo”, dijo en la CNN.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: La Vanguardia

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