Hartos de esperar y con el desgaste de más de un año de pandemia a cuestas, miles de médicos mexicanos reclaman que el Gobierno no los ha tomado en cuenta para ser vacunados. Trabajan en centros o consultas privadas, así como en miles de farmacias, pero en la mayoría de los casos se han quedado fuera de la campaña nacional de vacunación porque no se les considera personal en la primera línea de atención contra la covid, a pesar de que han estado en contacto con pacientes con coronavirus, o porque no trabajan en instituciones públicas. Las protestas se han sucedido esta semana en el Estado norteño de Chihuahua y en la capital del país, que a finales del año pasado tenía la mayor cantidad de muertes de trabajadores sanitarios a causa de la pandemia en el mundo, según Amnistía Internacional.
La doctora Cecilia Hernández salió del consultorio apenas recibió un mensaje de WhatsApp con una noticia que ha esperado durante meses. “Vacunación a sector salud, incluyendo personal de hospitales privados. Pasen la voz”, se leía en una de las publicaciones que corrieron como la pólvora el jueves entre los chats y grupos de trabajadores sanitarios. Para el mediodía, cientos de ellos ya habían llegado a la Escuela Médico Naval, al sur de Ciudad de México, para recibir una dosis. Había también personal del sector público, militares, conocidos y familiares que se acercaron con el mismo objetivo. “Fue un caos, había una cantidad de gente impresionante”, cuenta Hernández. Las largas filas, los reclamos, las denuncias en redes sociales y el bloqueo de calles para exigir que se les tomara en cuenta en la vacunación no funcionaron. Algunos compañeros tuvieron suerte, pero la mayoría se fue con las manos vacías. “Nos sentimos humillados: el Gobierno nos ha dado la espalda”, reclama el oncólogo Christian Camacho.
Las autoridades de la capital, la zona más afectada por la pandemia y la que probablemente tiene la mejor estrategia de inoculación del país, aseguró en un comunicado que la desorganización surgió porque la convocatoria era falsa y que todo el personal sanitario en la primera línea de atención a la covid de los sectores público y privado ya había sido vacunado. Pese a la confusión, unos 500 trabajadores sanitarios de centros privados pudieron ser inmunizados, de acuerdo con la Secretaría de Salud local.
El problema es más profundo. Entre el personal sanitario, cientos de miles no saben si serán vacunados ni cuándo. El Gobierno anunció en enero pasado que el sector de la salud sería el grupo prioritario y cifró en 1,1 millones los empleados en la primera línea de atención contra el coronavirus. Ellos debían recibir la vacuna entre diciembre y febrero y a cerca de otro millón de sanitarios se les aplicaría antes de que terminara abril.
Como en el resto del mundo, el primer trimestre del año arrancó con la esperanza de la llegada de la vacuna, pero el optimismo se fue difuminando por los imprevistos, la escasez de dosis y un avance en la cobertura mucho más lento de lo previsto. El Plan Nacional de Vacunación se quedó corto y ninguno de los pronósticos que hizo el Gobierno se cumplió: ni los plazos, ni las dosis recibidas, ni las personas inmunizadas. Para finales de marzo, por ejemplo, se esperaba tener más de siete millones de dosis del biológico ruso Sputnik V, pero solo han llegado 900.000. Lo mismo pasó con Pfizer, el envasado local del fármaco de AstraZeneca y lo que se esperaba distribuir de CanSino. Y las autoridades tuvieron que tocar otras puertas: alrededor de la mitad de las vacunas que se tienen disponibles se han conseguido por tratos con el laboratorio chino Sinovac, que no estaban en el cálculo inicial, y préstamos como el que hizo Estados Unidos o contratos que no estaban contemplados como el que se firmó con el Instituto Serum de la India para cubrir el desabasto de dosis de AstraZeneca.
A la fecha, México ha vacunado a más de 661.000 trabajadores sanitarios, la mayoría del sector público. A mediados de febrero, las autoridades sanitarias decidieron empezar con la vacunación masiva de la población mayor de 60 años para salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Pero conforme se ha acelerado el ritmo y las personas vacunadas ya se cuentan por millones, la inmunización para el personal de salud se ha estancado y los trabajadores, sobre todo del sector privado, reclaman que se han quedado en el limbo. En los hospitales privados aseguran que apenas se ha inmunizado al 50% de su personal. Mientras tanto, hay cerca de seis millones de vacunas en el país que están disponibles y no se han aplicado.
Los médicos privados no son solo aquellos que trabajan en los hospitales. Alrededor de unas 18.000 farmacias tienen consultorios anexos en los que se desempeñan un par de médicos para cubrir dos turnos. Esos también están esperando por sus vacunas y se reclaman primera línea contra el virus, porque las personas que se sienten mal acuden a ellos antes que a ningún otro lugar, sobre todo quienes tienen menos dinero. Muchos de estos médicos no han recibido capacitación contra la covid, su protección en la consulta es precaria y sus condiciones laborales mucho más, denuncian algunos.
Mientras los reclamos se vuelven cada vez más habituales, algunos miembros del sector privado han amagado con un paro general para presionar por una respuesta de las autoridades. La alternativa es remota, pero confronta a varios médicos agraviados con cuestiones éticas. “Yo no lo haría, la vida de mis pacientes estaría en riesgo”, zanja Hernández. Las asociaciones nacionales también han empujado porque se avance en la cobertura del personal médico y decenas de miles de doctores, enfermeras y otros trabajadores han lanzado una convocatoria para reunir un padrón propio de afectados: apenas una fracción de los empleados del sector público y privado que no han recibido la dosis.
Fuente: El País
Foto: El Universal