Con nocturnidad y alevosía, el presidente de Túnez, Kais Said, decretó anoche la prolongación por un periodo indefinido de las medidas excepcionales que aprobó el pasado 25 de julio, y que incluyen la congelación del Parlamento y la asunción por su parte de plenos poderes ejecutivos. El anuncio se hizo a través de una breve nota en la página de Facebook de la presidencia en la que se limitaba a informar que el presidente se dirigiría a la nación “en los próximos días”. La decisión llega un mes después de que el presidente Said destituyera al entonces primer ministro Hichem Mechichi, suspendiera la actividad del Parlamento y desatase con ello una grave crisis constitucional.
Aquel golpe de fuerza dado por Said se basó en una interpretación forzada de un artículo de la Constitución reservado para situaciones de “peligro inminente” para la seguridad nacional y que habilita al presidente a adoptar medidas de excepción. El propio Said se había dado un plazo de 30 días en su decreto del 25 de julio, y se esperaba que en este plazo de tiempo nombraría un nuevo primer ministro o presentaría una hoja de ruta. Pero no ha hecho ni lo uno ni lo otro.
La prolongación indefinida de los poderes absolutos de Kais Said puede reavivar el debate en Túnez de si el presidente dio un golpe de Estado. De momento, argumentos legales aparte, el presidente parece tener el apoyo de una mayoría abrumadora de la ciudadanía. Algunas encuestas apuntan que más del 80% de los tunecinos aprueban su órdago del 25 de julio a la clase política tradicional, a la que culpan de la acumulación de crisis que padece el país y acusan de ser tremendamente corrupta.
Durante este mes, se ha especulado mucho en la prensa sobre cuáles eran los planes del presidente, que en su programa político proponía una reforma radical de las instituciones. Hostil a la noción de partido político, Said propone una especie de democracia local y directa, con la elección en cada pueblo o barrio de un representante, que serían los encargados de escoger luego a los diputados en el Parlamento nacional.
Los rumores apuntan a que Said abolirá la Constitución y ordenará a un grupo de constitucionalistas que diseñen una nueva Carta Magna según sus designios, que incluirían el paso a un sistema presidencialista, en lugar del semi-presidencial en vigor. No obstante, hasta el momento, son solo especulaciones, pues ni el presidente, ni ningún miembro de su estrecho círculo de colaboradores ha dado la menor explicación a la opinión pública.
Fuente: El País