En el Centro Cultural Kirchner (CCK), Martin Guzmán, dijo que “el FMI financió la campaña de Macri” (en 2019) y que ahora “el pueblo está pagando la campaña de Macri”. Además, volvió a negar que vaya a haber una devaluación del peso, ya que el BCRA está comprando dólares, hay superávit comercial y las exportaciones están creciendo, por lo que “hay mayor resiliencia”.
El ministro de Economía participa, junto al ex ministro y excandidato presidencial ecuatoriano, Andrés Aráuz, y el exministro de Finanzas griego Yanis Varoufkis en un debate sobre “cómo salir de la trampa de la deuda”.
En un evento auspiciado por el ministerio de Cultura, en el que los dos extranjeros participaron de modo virtual, Guzmán hizo una larga exposición en respuesta a un planteo inicial de Lucía Cavallero, integrante de “Ni una menos”, quien calificó de “criminal” la deuda contraída por el gobierno de Macri con el FMI, resaltó el carácter “político” de ese crédito y dijo que el organismo violó sus propios estatutos. El otro conductor del evento fue Mario Santucho, director de la revista Crisis.
Guzmán asintió a todos esos señalamientos, calificó a la deuda con el Fondo “el principal problema que legó Macri” y describió su tarea como la de “lograr que una carga insostenible se transforme en sostenible y no dañe a la sociedad”.
Además, dijo que si en la negociación alguien se tiene que apurar es el FMI para que acepte reducir los sobrecargos que cobra en función del monto y los plazos de deuda y que la Argentina ya presentó su programa macroeconómico. No hay divisiones en el Frente de Todos, señaló, “estamos todos en la misma página”.
La negociación es una tarea muy difícil, señaló, porque “son situaciones de enormes desbalances de poder. Tenemos una Arquitectura Financiera Internacional escrita por el poder financiero para el poder financiero”. Según el ministro, “las restructuraciones demoran demasiado y alivian poco y el FMI es parte de eso: ha estado siempre del lado de los acreedores”.
Pero luego observó que “en 2020 hubo una situación anómala históricamente, en que el FMI jugó un rol distinto”, ayudando con sus análisis de sostenibilidad a la negociación de la Argentina con los acreedores privados.
Guzmán dató el inicio del “proceso de endeudamiento insostenible” en 2016, tras el acuerdo con los fondos buitre, favorecidos por fallos de la Justicia de Nueva York que calificó de “ridículos y sesgados”.
YO AVISÉ
A partir de allí, dijo Guzmán, el gobierno de Juntos por el Cambio se endeudó muy rápido y a tasas altas. Al respecto, recordó que en ese momento presentó con Sergio Chodos, actual director por la Argentina en el directorio del Fondo, un proyecto para que todo endeudamiento en moneda extranjera o con el FMI deba ser aprobado por el Congreso. Ya entonces veía, señaló, que el endeudamiento “iba a terminar mal, no habría lluvia de inversiones y no se iba a poder pagar”.
La Argentina pasó a ser “rehén de las expectativas de los inversores”, lo que consideró “una absoluta irresponsabilidad” del gobierno de Macri. Y cargó las tintas sobre las Lebacs como “bicicleta financiera” de los fondos del exterior.
El lógico desenlace, prosiguió, fue la aparición del FMI pidiendo austeridad y metiéndose “de un modo “realmente grave”. De los USD 45.000 millones que desembolsó, dijo, “USD 21.000 millones fueron para pagar deuda insostenible a acreedores privados”, que habría que haber restructurado, y USD 24.000 millones para financiar la fuga de capitales. Y vinculó la deuda a la persistencia de la inflación. “porque hay menos dólares en el Banco Central para lidiar con la estabilidad cambiaria; la deuda insostenible también pone presiones inflacionarias”.
Además, insistió Guzmán, el préstamo fue político. Ni el FMI ni el gobierno de EEUU lo van a reconocer, pero lo dijo el propio exdirector ejecutivo de EEUU en el Fondo (se refería a Mauricio Claver, actual titular del BID). Consecuentemente, afirmó, “el FMI financió la campaña de Macri, y ahora el pueblo argentino está pagando la campaña de Macri”.
CAMPO MINADO
En la actual negociación “enfrentamos un campo minado, un campo asimétrico en relaciones de poder”, dijo Guzmán, y explicó que desde el principio se impuso “lograr ciertas condiciones internas y externas, crear sentido común de lo que necesitábamos alcanzar”. Por eso, señaló, en la negociación con los acreedores privados se logró un alivio de USD 35.000 millones de intereses durante una década y una quita de capital del 1,9 por ciento.
Pero queda la deuda con el FMI. La actual relación con el Fondo es “anómala”, dijo Guzmán, ya que este debería aparecer en escena cuando un país tiene problemas de balanza de pagos, pero en el caso argentino la deuda con el FMI es justamente el problema de balanza de pagos.
Un problema de balanza de pagos, dijo el ministro, es cuando en un país salen más dólares de los que entran, algo que sugirió que hoy no ocurre. “Hoy Argentina tiene superávit comercial y muchos dicen que se viene una devaluación Y decimos que no va a haber devaluación. El BCRA está comprando dólares, tenemos superávit comercial y las exportaciones vienen creciendo, Hay más resiliencia. El problema de balanza de pagos es el FMI: que está en la Argentina porque lo trajo Macri”.
El desafío, señaló, es “lograr que el FMI deje de ser una carga desestabilizante, sobre la base de nuestra programación económica”, pero no es una negociación sencilla, porque se trata de un organismo que tiene 190 países miembros.
“Buscamos un acuerdo favorable para la Argentina, que la carga sea sostenible. Pero es tan grande el volumen de la deuda, que va a llevar muchos pasos lograr que la deuda sea sostenible”. Finalmente, Guzmán preguntó si es posible “patear el tablero” y recordó que “el rival también juega”. De lo que se trata, concluyó, es de lograr una “integración apropiada” al mundo. “Lo peor de todo es un mal acuerdo, que socave las posibilidades de la Argentina y que después no se puede cumplir”.
Fuente: Infobae.-