Las grietas en los cimientos que sustentan el poder del presidente Recep Tayyip Erdogan han comenzado a hacerse visibles. Las defensas apasionadas, los silencios de quienes callaban, la actuación todos a una como un puño firme —porque el que se movía no salía en la foto— han comenzado a dar paso a sonoras deserciones, críticas en público, filtraciones de documentos que comprometen a la familia del hasta ahora todopoderoso líder turco y a su formación islamista. Todo ello en un ambiente de crisis y mala gestión económica que ha situado al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en mínimos históricos de apoyo tras casi dos décadas gobernando Turquía. Algo que ha llevado a una oposición cada vez más unida a pasar al ataque.
La semana pasada, documentos organizativos de la Fundación de la Juventud de Turquía (TÜGVA), de la que Bilal Erdogan —hijo del mandatario turco— es uno de sus principales dirigentes, fueron filtrados a la prensa supuestamente por un miembro de la propia organización. Los archivos filtrados —a los que ha tenido acceso EL PAÍS— están compuestos por copias de correspondencia con diversas autoridades municipales, provinciales y del Gobierno central, hojas de cálculo de ingresos y gastos, registros de propiedad, currículos y listas de miembros de la fundación a los que se recomienda colocar en diversas instancias del Estado, desde la dirección de escuelas a diversos escalafones de las fuerzas armadas y la policía.
El presidente de TÜGVA, Enes Eminoglu, negó en un principio la veracidad de los papeles para, al día siguiente, reconocer que “podría haber algo de cierto en ellos”. La fundación fue creada en 2014 y rápidamente se convirtió en una de las que más residencias de estudiantes gestiona en Turquía.
Entre los papeles hay, además, varios en los que se anota qué instituciones públicas pagan los gastos de las sedes de la fundación con el dinero de los contribuyentes y a través de acuerdos poco transparentes. Según otros documentos filtrados a otros periodistas, TÜGVA también organizaba la participación de mujeres integrantes de la fundación o esposas de dirigentes en la versión local del popular concurso ¿Quién quiere ser millonario?, que se emite en una cadena propiedad de un grupo dirigido por el hermano de uno de los yernos de Erdogan.
“Esto es solo la punta del iceberg”, ha dicho Tamer Özsoy, un antiguo director provincial de TÜGVA, entrevistado por el canal TELE1: “Hago un llamamiento a los fiscales de Turquía: procesen a todos los responsables, empezando por mí. Hay que investigar a fondo esta cuestión”.
Cabe recordar que el ministro de Educación, Ziya Selçuk, pidió ser relevado de su cargo el pasado agosto —presuntamente molesto por la influencia de fundaciones y cofradías religiosas en su cartera—, y dos vicegobernadores del Banco Central fueron despedidos tras negarse a participar junto a su jefe en una reunión con inversores. Ambos se habían opuesto a la política de recorte de tipos de interés ordenada a la institución monetaria por Erdogan, que ha provocado una nueva depreciación de la lira y dificulta luchar contra la galopante inflación con la que tiene que lidiar la población.