Rusia inició esta madrugada una invasión a Ucrania con bombardeos en todo el país, incluida la capital, e incursiones terrestres en varios puntos del territorio que ya han causado las primeras bajas, varias de ellas civiles.
El inicio de la invasión fue condenado firmemente por gran parte de la comunidad internacional y por el Gobierno de Ucrania, que rompió sus relaciones diplomáticas con Moscú, y prometió defenderse, al tiempo solicitaba ayuda internacional para que se fuerce a Moscú a respetar la paz.
Los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas y la imposición de sanciones occidentales contra Rusia no bastaron para disuadir al presidente ruso Vladimir Putin, que había desplegado entre 150.000 y 200.000 tropas a lo largo de las fronteras de Ucrania desde hacía semanas.
«He tomado la decisión de una operación militar», declaró el mandatario en un discurso televisado de madrugada, en el que aseguró que no buscaba la «ocupación», sino «una desmilitarización y una desnazificación» de Ucrania y la defensa de los rebeldes prorrusos del este del país, reprodujo la agencia de noticias AFP.
Poco después empezaron a escucharse explosiones en varias ciudades de Ucrania, desde Kiev hasta Járkov, su segunda ciudad en la frontera con Rusia, pero también en Odesa o Mariúpol, a orillas del mar Negro y el mar de Azov.
Las sirenas de aviso de bombardeos se activaron en la capital, en Odesa y en Leópolis (Lviv), donde Estados Unidos y otros países habían desplazado sus embajadas.
El ejército ruso aseguró que estaba atacando instalaciones militares ucranianas con «armas de alta precisión», reivindicando que habían destruido los sistemas de defensa antiaérea y haber dejado «fuera de servicio» las bases aéreas de Ucrania.
El ejército ruso dijo además que los separatistas del este están avanzando y tomando el control de territorios.
Kiev anunció que más de 40 soldados y una decena de civiles ucranianos murieron. También confirmó que ya hubo incursiones terrestres de las fuerzas rusas por el norte, desde Rusia y Bielorrusia, pero también por el sur en la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014.
Bielorrusia, aliada del Kremlin, aseguró no estar participando en la operación.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, anunció una ley marcial en todo el país, pero pidió a la población no entrar en pánico. También urgió a la comunidad internacional a crear una «coalición anti-Putin» para forzar a Moscú a respetar la paz.
Además, el mandatario decidió cortar las relaciones diplomáticas con Rusia, que se habían mantenido pese a la anexión de Crimea.
«Las fuerzas ucranianas llevan a cabo encarnizados combates. El enemigo ha sufrido pérdidas importantes que serán aún más importantes», dijo también Zelenski, que prometió «infligir el máximo de bajas» al agresor.
El ejército ucraniano aseguró haber matado a 50 ocupantes rusos, y abatido cinco aviones y un helicóptero en el este del país.
Las autoridades ucranianas cerraron el espacio aéreo a la aviación civil por motivos de seguridad, mientras que Rusia cerró el transporte marítimo en el Rusia aseguró que los civiles de Ucrania «no tienen nada que temer», pero en el metro de Kiev, decenas de personas buscaban refugio o la manera de salir de la ciudad por tren o por carretera.
«Me he despertado por el ruido de las bombas, preparé las bolsas y huí», indicó a AFP María Kashkoska, de 29 años, en un estado de conmoción en el metro.
En medio de la noche, el tráfico de la capital era el propio de las hora pico. Vehículos llenos de familias buscaban salir de la ciudad, hacia el oeste, lo más lejos posible de la frontera rusa, situada a 400 km.
En Chuguev, cerca de Járkov, una mujer y su hijo lloraban a un hombre, muerto en un ataque de misiles, una de las primeras víctimas del ataque.
«Le había dicho que nos fuéramos», repetía incansablemente el hijo, junto a los restos de un antiguo automóvil Lada y al cráter provocado por el proyectil caído entre dos inmuebles de cinco pisos.
En su mensaje televisado, Putin había instado a los soldados ucranianos a deponer las armas y justificó su ataque por el supuesto «genocidio» de la población rusoparlante en el este de Ucrania.
Las reacciones al inicio de la invasión no se hicieron esperar. Biden, que llamó a Zelenski para expresarle su «apoyo», condenó «el ataque no provocado e injustificado por parte de las fuerzas militares rusas» y aseguró que «el mundo hará responsable a Rusia».
«El presidente Putin ha elegido una guerra premeditada que traerá una pérdida catastrófica de vidas y sufrimiento humano», remarcó Biden, que se reunirá virtualmente con los líderes del G7 hoy a las 11 (hora argentina).
También hay previstas reuniones de emergencia de los dirigentes de la Unión Europea y de la OTAN. El jefe de la alianza militar, Jens Stoltenberg, denunció el «ataque irresponsable y no provocado (…) que pone en riesgo incontables vidas civiles».
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, advirtió que «Rusia se enfrentará a un aislamiento sin precedentes» y prometió «el más robusto y más severo paquete de sanciones que jamás hayamos adoptado».
China, cercana a Rusia, indicó que estaba «siguiendo de cerca» la situación e instó a las partes a «la moderación».
El jefe de Naciones Unidas, Antonio Guterres, aseguró que era «el día más triste» de su mandato.
Las tensiones militares entre Rusia y Ucrania escalaron en los últimos meses desde que Moscú comenzó a acumular a decenas de miles de soldados en la frontera entre ambos países.
El alerta pasó a rojo esta semana luego de que Putin reconociera la independencia de dos provincias separatistas y rusoparlantes del este de Ucrania, Lugansk y Donetsk, que son fronterizas con Rusia, y de que el Senado ruso autorizara al gobierno a usar la fuerza militar en el extranjero.
Más de 14.000 personas murieron en Ucrania en combates entre el Ejército y las milicias de las dos provincias separatistas desde que estas se declararan independientes, en 2014.