Lejos de las luces de los eventos de la talla de Karina, Los de Imaguaré o La Berisso. Lejos de las obras que se ejecutan en la plaza 25 de Mayo. Lejos de las obras que se ejecutan en la Laguna Argüello… Lejos de eso (o no tanto), se ve una Resistencia muy diferente a la que el intendente de Resistencia intenta instalar en parte de la sociedad.
Y las lluvias siempre desnudan a una ciudad, donde con solo recorrer los barrios más alejados del centro de la ciudad se ve que transitar es una tarea imposible.
Resulta utópico pensar en una ciudad con más calles pavimentadas que de tierra. Es una triste realidad a la que los resistencianos deberán seguir adaptándose por muchos años (de hecho, en más de dos años Gustavo Martínez no pavimentó calles con dinero de la recaudación que lleva adelante), y deberán seguir «viendo como hacen» para ir a trabajar, a la escuela o a recurrir a centros sanitarios.
En este caso, fue un vecino de la zona Oeste quien expuso la dura realidad que atraviesan, destacando que por las lluvias hay alrededor de 500 familias que no pueden salir de la zona.
Como siempre, los vecinos esperan un guiño del tiempo para poder volver a su vida normal. Saben que esperar algo del gobierno municipal es en vano.