Anabel y Ezequiel tienen 22 años. Hace no mucho tiempo como pareja cumplieron el sueño de comprar el terreno propio y edificar una vivienda modesta en el barrio Pirayuí de la capital provincial. Para entonces, no tenían idea de que vivirían una serie de situaciones relacionadas a la delincuencia.
La casa fue blanco de robos a manos de vecinos integrantes de una mal afamada familia de gruesos antecedentes en el mundo del crimen.
El martes, Anabel y Ezequiel debieron abandonar su domicilio de forma abrupta, rato después de sorprender a dos de los ladrones del barrio tratando de volver a entrar con fines de robo.
Ezequiel regresaba de trabajar como albañil cuando enfrentó a los intrusos, uno de ellos provisto de una barreta y otro de un cuchillo, y resultó herido de un corte en el abdomen.
Los incidentes se produjeron alrededor de las 21 a unos pocos metros de Cuba y Trento del barrio Pirayuí.
Ambos malvivientes identificados como Marcelino y Gastón Gómez viven apenas al otro lado de la calle. Se trata de los hijos de una mujer de apellido Colman y primos de un grupo de hermanos de igual apellido que asolan el barrio.
Enfurecidos porque habían evitado el robo, aunque mucho más porque se animaron a enfrentarlos, a la casa de la joven pareja llegó rato más tarde una «turba» de entre 10 y 15 sujetos, la mayoría parientes entre sí.
«Nos tiraron piedras; querían entrar a quemar nuestra casa. ‘Somos los dueños del barrio’; ‘acá mandamos nosotros y los vamos a matar’, fueron algunas cosas que nos gritaban», recordó ayer Anabela en diálogo con época.
«Esa noche desesperados llamamos un montón de veces a la Policía. No venían. Pedimos ayuda a amigos y familiares para que vengan; era todo muy desesperante», dijo.
«Mi pareja tiene un corte no muy profundo por suerte. Mi cuñado sufrió el golpe de un cascotazo en la cara; mi tío un palazo», describió acerca de esa noche de terror en la que decidieron mudarse.
Más tarde acudieron varios móviles de la Policía. Marcelino y Gastón fueron detenidos bajo acusación de lesiones, tentativa de robo y amenazas.
«Son capaces de cualquier cosa. Nos fuimos del barrio. Es una total injusticia. Yo estudiaba hasta el año pasado pero tuve que dejar para cuidar la casa, lo poco que tenemos», precisó Anabel.
A las pocas horas de la confrontación la pareja víctima de ladrones cargó todas sus cosas para mudarse, provisoriamente, a la vivienda de un familiar en otro barrio.
A raíz de situación tensa, otra familia vecina -hace poco damnificada con la sustracción de una motocicleta- estaría decidida a alejarse del barrio para preservar a sus hijos porque recibieron amenazas.
Sin documento
La mujer puntualizó sobre un robo que ellos sufrieron hace unas semanas a plena luz del día. «Esa vez nos sacaron el tubo de gas, cargadores, parlante, dinero, zapatillas, ojotas… Para entrar rompieron una ventana y levantaron una chapa del techo».
Relacionado a ese episodio, en el escenario del ilícito, los damnificados encontraron una evidencia clave para saber quién o quiénes fueron. Un documento de identidad que cayó junto a la casa y pertenece a un joven de nombre Cristian, miembro del «clan Colman».
Repetido
A lo largo de los últimos 15 años son varias las familias que dejaron de vivir en esa parte del barrio Pirayuí por el asedio permanente de malvivientes. «Es una banda, una patota. No tienen problema en decir que ellos mandan en el barrio», explicó una fuente policial.
Aclaramos que la Policía detuvo en innumerables oportunidades a esas personas vinculadas a robos, lesiones, amenazas y vandalismo.
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Fuente: época