Arranca una nueva semana laboral y nadie sabe qué pasará con los colectivos en Resistencia

Sociedad

Lamentable es lo que sucede en la capital chaqueña en lo que respecta al transporte público de colectivos, que diariamente era utilizado por miles de vecinos de la ciudad de Resistencia, pero que hoy por el conflicto entre la municipalidad y las empresas de transporte, no pueden movilizarse para realizar sus quehaceres.

Así, los vecinos deben buscar artilugios para poder tomar llegar a sus destinos, derivando por consiguiente en mayores costos que demanda la contratación de otro tipo de vehículos.

En esa línea vale decir que la ciudad de Resistencia, cuyo intendente es Gustavo Martínez, tiene gran parte de culpa en esta situación. Es que las diferentes extensiones de concesiones a las empresas se dieron siempre a través de una emergencia, pero de movida se supo que la comuna no estaba conforme con el servicio que prestaban las empresas.

Claramente, la comuna tiene la potestad de tomar las medidas para que la situación mejore. Y lo hizo con el llamado a una licitación que fue ganada por una empresa. Pero más allá de las denuncias que pesan sobre esa licitación, la empresa adjudicataria y sus representantes, lo concreto es que el municipio debía tener en cuenta el tiempo de fin de concesión, y obligar a la empresa ganadora de la licitación que sus colectivos estén disponibles a partir de ese día.

En tal sentido, el 1º de octubre finalizó la extensión de la concesión, y el intendente buscó extender un tiempo más el permiso, hasta que la empresa adjudicataria tenga los colectivos necesarios para cubrir el servicio.

Y, con razonable sentido, las empresas no acataron esa medida. En primer lugar porque el acuerdo debe ser de las dos partes, y en segundo lugar, porque las empresas ya saben que no continuarán prestando el servicio dentro de unos meses.

Una vez más, quien pierde es el pueblo, que se encuentra hace años poniéndole el pecho a las crisis generadas por los gobernantes, y que diariamente deben sumar una batalla cotidiana. Ahora, por ejemplo, es ver como llegan a sus trabajos o llevan a los chicos a las escuelas, ya que la batalla es entre dos partes bien marcadas, pero en el medio están los vecinos, que en rigor, parece no importarle a nadie.

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