La ONU y Estados Unidos deploraron la decisión del gobernante movimiento islamista talibán, que había prometido tolerancia al retomar el poder en Afganistán en agosto de 2021 luego de forzar la retirada estadounidense tras 20 años de guerra insurgente contra la coalición militar internacional que los había derrocado en 2001.
Mujeres estudiantes se congregaron hoy ante las universidades de la capital, Kabul, pero sus puertas estaban cerradas y custodiadas por guardias armados, informó la agencia de noticias AFP.
«Estamos condenadas. Lo hemos perdido todo», dijo una de ellas, pidiendo que se protegiera su identidad.
«No tenemos palabras para expresar nuestros sentimientos. Nos han quitado la esperanza. Han enterrado nuestros sueños», agregó Madina, otra estudiante.
Asimismo, sus compañeros varones criticaron la decisión de los talibanes: «Demuestra su analfabetismo y su bajo conocimiento del islam y los derechos humanos», expresó un joven que habló bajo condición de anonimato.
La decisión de prohibir a las mujeres estudiar en las universidades fue anunciada ayer por el ministro de Enseñanza Superior afgano, el dirigente talibán Neda Mohammad Nadeem.
Ya en marzo, las autoridades del país musulmán habían expulsado a las adolescentes de la educación secundaria, lo que les alejaba de cualquier intento de acceder a la universidad.
Pero el veto no había llegado a la enseñanza superior, lo que permitió a muchas mujeres anotarse hace menos de tres meses para rendir los exámenes de entrada a la universidad.
Los centros de educación, sin embargo, debieron adaptarse a las nuevas autoridades aplicando una política de segregación por sexos además de que a las mujeres sólo podían dictarle clases hombres mayores o mujeres.
El líder supremo de los talibanes, Hibatullah Akhundzada, defiende una interpretación ultrarigurosa del islam, que se opone a la educación de las mujeres, lo cual choca contra algunos dirigentes talibanes que esperaban que el Gobierno fuera más tolerante.
La primera muestra de que se trata de un régimen tan conservador como el que gobernó hasta entre 1996 y 2001, fue en marzo, cuando los talibanes impidieron a las adolescentes volver a las escuelas secundarias.
Antes, los islamistas habían mantenido los institutos cerrados desde su llegada al poder con excusas como falta de fondos o la necesidad de reformular los programas educativos.
Desde entonces, muchas adolescentes se casaron, a menudo con hombres mayores elegidos por su padre.
En medio de una crítica situación económica y con un veto educativo, las familias han priorizado asegurar el futuro de sus hijas a través de un matrimonio arreglado antes de que estén en sus casas desocupadas.
Además de prohibir la educación, los talibanes también expulsaron a las mujeres de los puestos públicos, les prohibieron viajar sin un familiar varón y les impusieron el uso de la burka, la vestimenta que las cubre de cabeza a los pies y que solo deja ver sus ojos a través de una hendidura.
El último veto había sido en noviembre pasado, cuando les prohibieron el ingreso a parques, ferias, gimnasios y baños públicos.
La comunidad internacional hizo del derecho a la educación de las mujeres una condición clave en las negociaciones para facilitar ayuda humanitaria al país y reconocimiento de las nuevas autoridades.
Al conocerse ayer el decreto, el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su «profunda alarma» ante una nueva prohibición.
Stephane Dujarric, vocero de Guterres, dijo que el secretario general consideraba que la decisión era «otra promesa rota por parte de los talibanes».
Estados Unidos dijo que la decisión era «deplorable»
«Esta deplorable decisión es el último esfuerzo de los dirigentes talibán para imponer restricciones adicionales a las mujeres y niñas de Afganistán e impedirles ejercer sus derechos humanos y libertades fundamentales», dijo la vocero del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Adrienne Watson.