El 2022 estuvo marcado por un gran proceso inflacionario y corrida cambiaria que afectó fuertemente a las mesas argentinas. La imposibilidad del gobierno de Alberto Fernández por contener los precios y ofrecer una cierta estabilidad y previsibilidad a la sociedad fueron desgastando la imagen del presidente, quien luego de la renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán, profundizó la crisis en el Gobierno y Fernández jugó quizás, su última carta por sostener el poder.
Martín Guzmán se fue del Gobierno
El 2 de julio, el ministro de Economía Martín Guzmán, presentó su renuncia al presidente Alberto Fernández a través de una extensa carta. Tras varias semanas de desgaste por la espiralización inflacionaria y otros frentes de la macroeconomía, el funcionario eligió hacer pública su renuncia en el mismo instante que Cristina Kirchner daba un discurso en un acto en Ensenada. De inmediato, también renunció el secretario de Hacienda, Raúl Rigo.
Martín Guzmán estuvo 30 meses en el cargo. Previo a su renuncia, se había intensificado la presión tanto de parte de los mercados como del ala kirchnerista del Gobierno. La gestión de Alberto Fernández, fue hackeada no solo por la crisis económica sino también por la creciente incertidumbre política.
Sergio Massa absorbe una presidencia paralela
A Guzmán lo sucedió Batakis, que no alcanzó a cumplir un mes en el cargo. La presión de los mercados llevaron a Alberto Fernández a delinear un nuevo gabinete.
El 3 de agosto asumió Sergio Massa -uno de los tres pilares del Frente de Todos- a cargo de un ministerio que unificó tres carteras: Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca. Además de áreas ligadas a la economía, como la AFIP. Una “casi” presidencia paralela.
El poderoso «superministro» de Economía de Argentina, asumió en medio de una profunda crisis, con inflación disparada y pobreza en alza, para enfrentar con una serie de medidas de salvataje económico.
Entre los grandes objetivos de Massa: devolver la confianza a los argentinos, a los mercados, recomponer la relación con los empresarios y el sector agropecuario, contener la inflación, frenar la devaluación del peso, disminuir el índice de pobreza. El desafío es muy grande.
Este nuevo equipo económico se ve en la obligación de consolidar las cuentas públicas, fortalecer las reservas, retornar al superávit de balanza comercial y domar las variables económicas, como la inflación y el tipo de cambio, para una oportunidad en las urnas en el 2023.