La jerga popular define como ‘hacer la plancha’ a la inactividad por parte de los sindicatos y gremios en lo que respecta a la representación de los trabajadores y afiliados. Durante toda su gestión el presidente saliente gozó de lo que parece un blindaje de la Confederación General del Trabajo (CGT), teniendo en cuenta los duros indicadores socioeconómicos que sufre la mayoría de la sociedad argentina.
Un informe de la Universidad Austral analiza la actividad sindical durante los últimos 40 años y señala un fuerte desbalance en el comportamiento del sindicalismo en favor del peronismo; ayer, Macri calificó de “hipócritas” a la CGT y al PJ.
El próximo 10 de diciembre, cuando Javier Milei asuma como presidente, Alberto Fernández dejará el Poder Ejecutivo con un llamativo récord: su gestión, golpeada por un sinfín de indicadores económicos negativos, será la única desde 1983 en no sufrir ni un solo paro general por parte del sindicalismo. Ayer, el expresidente Mauricio Macri, calificó de “hipócritas” a los sindicalistas por su pasividad ante “un gobierno catastrófico”.
El dato lo aporta un informe del Observatorio de Calidad Institucional de la Universidad Austral, que pone la lupa en el desigual compartimiento de las organizaciones sindicales durante las presidencias de Raúl Alfonsín, Carlos Saúl Menem, Néstor Kirchner, Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández. Allí se analiza la cantidad, la frecuencia, los motivos y el grado de adhesión en los paros que las centrales sindicales —fundamentalmente la CGT y la CTA— llevaron a cabo en los últimos 40 años.
“Alberto Fernández consigue el récord de ser el primer presidente —sin reelección— de la nueva democracia, en culminar su mandato sin paros generales”, destaca el trabajo dirigido por Marcelo Bermolén. “Lo obtiene, llamativamente, en un contexto de debilidad económica, altísima inflación, escasez de reservas, aumento de la pobreza y de la indigencia, dificultades para la importación de bienes, distorsión de precios relativos y de complicaciones en las condiciones de vida de buena parte de los argentinos”, agrega el estudio, que deja en evidencia una asimetría en la conducta del sindicalismo.
Los paros generales desde 1983 fueron 42, es decir, un poco más de un paro por año. La gran mayoría de ellos fueron convocados para oponerse a la “política económica” que emprendía el oficialismo de turno. Sin embargo, esa estadística poco tiene que ver con la frecuencia con la que se realizaron los paros: las centrales obreras, a lo largo de las últimas cuatro décadas, mostraron frente a los gobiernos de signo peronista un umbral de tolerancia mucho mayor al que exhibieron con las presidencias de otro color político. El trabajo enseña que las centrales fueron mucho más proclives a parar la actividad cuando gobernaron los únicos tres presidentes no peronistas, dos de los cuales —Alfonsín y de la Rúa, ambos radicales— no lograron terminar su mandato en tiempo y forma. Con cuatro paros cada uno, 1986, 2000 y 2001 fueron los años que concentraron la mayor parálisis sindical.
Como contraposición a la marca que ostentará Fernández, y como una muestra de la tendencia a frenar la actividad bajo gobiernos no peronistas, el informe señala los históricos 13 paros generales que la CGT le realizó al gobierno de Alfonsín, en los albores de una democracia tambaleante que buscaba echar raíces tras el gobierno militar.