En las últimas horas un grupo de caciques decidió contactarse con la gestión de Leandro Zdero porque la situación no da para más. Afirman que cada vez son más los niños y jóvenes que se drogan; que la comida escasea y que las condiciones de vida se deterioran diariamente.
Luego de una reunión de la que participaron los caciques Cirilo Mansilla, de Vizcacheral; Eliseo Ibarra, de Sauzal; Daniel Digan, de Wichi El Pintado y Pedro Rey, de Tres Pozos, situación revelada por la antropóloga Susana Colazo, los referentes presentaron sus inquietudes y demandas al Gobierno mediante el Ministerio de Desarrollo Humano.
Si bien la situación en El Impenetrable, y puntualmente en las comunidades originarias es desoladora hace años, la gravedad del panorama se acentuó en los últimos meses.
Los caciques lo reconocen y lo lamentan, ya que les toca ver a diario el andar de menores de edad que son consumidos por la cocaína, la pasta base en pipa y el alcohol entre otras sustancias que prácticamente ya son moneda corriente entre los más chicos. Esto, además, trae aparejada la violencia y todo lo que ello implica: inseguridad, peleas y hasta muertes.
Otro punto que golpea de lleno a la realidad de los wichi en el vasto territorio chaqueño es la desigualdad y la pobreza. El hambre alcanza a más personas, y pocas son las que consiguen engañarlo. Familias enteras no tienen acceso a una alimentación básica y digna, ni hablar de las cuatro comidas diarias. El agua potable, además, es una demanda histórica que hasta ahora no puede ser garantizada en su totalidad para los primeros habitantes de la provincia.
A estás situaciones se suman las condiciones de vida, afirman los caciques, y piden ayuda para que la gente de sus pueblos y parajes accedan a un buen servicio de Salud y de educación. Expresan que los edificios escolares no dan abasto en algunos puntos de El Impenetrable como en Tres Pozos, donde hay solo dos baños para 300 estudiantes de dos turnos.
Ahora los caciques aguardan una respuesta de parte de la nueva gestión que tiene a cargo gobernar una provincia donde sus originarios parecen seguir siendo invisibles.
