Cumpliendo un sueño: docente jubilada chaqueña estudió para Chef y ahora trabaja en la Patagonia

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Después de haber cumplido los 25 años de servicio, la docente chaqueña Norma Luque se jubiló y emprendió una nueva actividad trabajando como cocinera en un centro turistico de la patagonia. Las vueltas de la vida pusieron las cosas en su lugar: “Vivir en la Patagonia es realmente un sueño cumplido”

La historia de Norma comenzó hace unos 50 años, cuando nació en La Escondida, un pueblito de 5000 habitantes distante a 70 kilómetros de la ciudad de Resistencia. Si bien comenzó tempranamente su trabajo como docente de Lengua y Literatura a los 19 años, aún conserva intactos sus recuerdos, que entrelazan el presente con sus primeros años de vida.

Hay imágenes, olores y sonidos de la infancia que acompañan durante toda la vida. Algo las dispara en el presente y siempre vuelven para remover la nostalgia y acentuar el implacable paso del tiempo. “En el pueblo teníamos una chacrita donde había maíz, calabaza, zapallo, porotos, de todo. Eso me quedó grabado de mi infancia, ver a mi mama con la mesa llenas de pastas frescas, panes y tortas que ella misma hacia”, recordó Norma. Esta es la escena que quedó impresa en un rincón de sus recuerdos. Es la foto que perduró y que, mediante sus experiencias, volvería a evocar.

Antes de llegar a este punto, en su historia de vida recuerda de su carrera docente: “Me fui a trabajar a Puerto Bermejo y después a una escuela secundaria de Miraflores, que es uno de los pueblos del Impenetrable. Allí tengo mi casa, viví toda mi profesión como docente hasta que me jubilé, en 2021 a los 47 años, después de 25 años de docencia”.

Después de dedicarle toda una vida a sus alumnos, lejos de pensar en una reposera arrancó un nuevo viaje. Un año antes de jubilarse, había comenzado un emprendimiento de comida saludable. “Ahí redescubrí mi pasión por la cocina y, además, quería hacer algo que me gustara y que me mantenga activa”.

Como docente Norma comprendió la importancia de tener una permanente capacitación, y como cocinera quiso ir por más. Durante dos años estuvo yendo a estudiar al Instituto Gastronómico Argentino, que tiene sede en Corrientes, donde obtuvo la diplomatura en Gastronomía y Alta Cocina.

“Yo quería seguir aprendiendo y me contacté con Alina Ruiz, una chef muy conocida de El Impenetrable, en Chaco. Ella me puso en contacto con gente del Portal Los Palmares y ahí entré a trabajar como cocinara de los huéspedes que visitaban el Glamping”, recordó Norma.

Y reflexionó: “Volver a la cocina en este lugar me volvió a conectar con mi infancia: recordé los momentos que vivía en mi pueblo con mis padres y mis hermanas, rodeados de naturaleza, animales, silencio, paz y comidas caceras. El cocinar y que las personas que prueban la comida disfruten me da mucha alegría, me llena el corazón”.

CUMPLIENDO UN SUEÑO

Después de una temporada de trabajo en Los Palmares surgieron nuevas posibilidades. El universo conspiró a su favor y apareció una oferta que incluía muchos cambios: “Me ofrecieron venir como cocinera al Parque Patagonia Azul, en Camarones, al nuevo Glamping Isla Leones. Dije que sí inmediatamente porque uno de mis sueños de joven era conocer la Patagonia Argentina. Fue una oportunidad increíble para mí. Uno de mis anhelos siempre fue vivir frente al mar”, destacó la chef.

La transición del clima caluroso, húmedo y lluvioso al de fuertes vientos secos de la estepa patagónica, fue todo un desafío. Pero la belleza escénica del lugar se impuso finalmente: “Cuando llegue no lo podía creer, amo el mar y nunca me imaginé un mar como el de la Patagonia. Es realmente un sueño cumplido. Tener cada mañana la posibilidad de sentarme y tomar mate frente al mar es algo único e increíble”.

Al llegar a su nuevo destino, Norma debió adaptarse. No solo al nuevo clima, sino también a su trabajo. Y es que, al ser tan distinto el entorno, la materia prima para preparar sus platos, también cambió. La Patagonia tiene una distinguida gastronomía, aclamada a nivel nacional y mundial. Sus productos de mar, sus carnes y sus frutas finas aportan un singular y distintivo toque a todos los platos.

“Estudié mucho y tomé clases con Carola Puracchio, que es experta en la cocina de algas y pescados, en Camarones. A partir de esto, comencé a experimentar y a crear mis propios platos, basados en materias primas locales, y tuvieron una gran aceptación”, destacó la chef.

Cuenta Norma que los tres pescados que más utiliza en sus platos son el róbalo, el pez gallo y el mero. Mientras que las algas las usa mayormente en entradas. “Preparo un crocante de garbanzos y queso rellenos con algas whakame, tartaletas con masa brise con algas lechuga de mar o ulva; y también rellenas con verduras que traen de la huerta agroecológica municipal Chispa”.

Como todo chef, Norma tiene sus platos estrella y los visitantes que se hospedan en el Glamping Isla Leones se deleitan con ellos. “Creo que los más elogiados por los turistas son: el pez gallo relleno con morrón ahumado y cebollas horneadas, con salsa ácida; y las pastas tricolores, rellenas con algas, pescados o cordero. Este plato tiene la particularidad que se ve como un cuadro de colores y sabores”, remarcó.

En este sentido, Norma destacó que también son muy bien recepcionados los desayunos: “Los preparo con yogurt natural casero. Pan lactal blanco e integral. Budines de frutas de estación y mermeladas de ciruela manzana y naranjas”.

Siempre tuvo presente que la vida es movimiento. “Si quieres que algo muera, déjalo quieto” escribió el cantautor uruguayo Jorge Drexler en uno de sus temas. Norma no se estancó, fluyó con el paso del tiempo y las posibilidades. Tras 25 años de servicios como docente optó por seguir trabajando, con los objetivos claros de cumplir sus sueños y seguir moviéndose.

Además de trabajar como chef en el Portal Isla Leones, Norma montó su propio emprendimiento de comida saludable y, allí, también volcó su pasión, su amor, y la esencia de esa foto de su niñez: con una mesa afuera, en un lugar natural, repleta de comida casera y afectos de su infancia derramados en sus platos. El nombre de su negocio es ‘Doña Franci’. Es en honor a Francisca, su mamá. “Para mí la cocina no es solamente elaborar platos, sino que es dar un servicio de corazón para la gente y poder transmitirle mi esencia en cada preparación”, concluyó

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