De acuerdo con los pronósticos de demanda energética, el Gobierno argentino enfrenta un desafío significativo para garantizar el suministro de electricidad durante el verano, cuando las altas temperaturas incrementan el consumo. Según un informe de Energy Report, se estima que el país necesitará desembolsar entre 90 y 300 millones de dólares para importar energía y evitar apagones.
La demanda energética promedio durante el verano se estima en 23.468 MW, y para cubrir los picos de consumo, Argentina tendría que importar hasta 2.500 megavatios hora (MWh) adicionales. La mayor parte de esta energía será utilizada para compensar la generación interna insuficiente, debido a la salida de funcionamiento de la central nuclear Atucha I y la falta de recursos hidroeléctricos por las sequías en Brasil.
El informe señala que, en el peor escenario, si el Gasoducto Néstor Kirchner no opera a plena capacidad, el costo de la energía importada podría elevarse considerablemente. En caso de que la energía tenga que ser adquirida a precios internacionales más altos, como ocurrió durante la ola de frío de 2024, los gastos de importación podrían alcanzar los 300 millones de dólares.
Los expertos también sugieren que la importación de energía provendrá de fuentes diversas, incluyendo gas natural licuado (GNL) y combustibles líquidos como gasoil, lo que podría aumentar el costo total. Además, se prevé que se comprarán combustibles líquidos a un precio de 19,5 dólares por millón de BTU, lo que se traduciría en gastos de más de 7,5 millones de dólares por día durante los picos de consumo.
El Gobierno ya está considerando medidas de emergencia, como cortes programados de energía para evitar un colapso del sistema eléctrico. Las autoridades, junto con las empresas energéticas, siguen evaluando la capacidad del país para enfrentar este desafío sin generar apagones generalizados.