Hacer un asado, una tradición profundamente arraigada en la cultura argentina, se ha convertido en un lujo que muchos comienzan a considerar con preocupación. Según un informe reciente del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), el precio de la carne ha aumentado un alarmante 120% desde enero de este año, lo que está poniendo a prueba la economía de muchas familias.
La situación se vuelve aún más crítica al considerar que la inflación general ha alcanzado un 101,6% en los primeros nueve meses del año, lo que indica que el costo de la carne ha crecido a un ritmo superior al de otros bienes y servicios. En septiembre, la inflación mensual fue del 3,5%, un aumento que sigue afectando el poder adquisitivo de los argentinos.
Dentro de los distintos cortes de carne, el osobuco, la picada especial y la tapa de asado han liderado la lista de aumentos, con incrementos interanuales que superan el 150%. A pesar de que algunos podrían recurrir al pollo como alternativa más económica, este también ha sufrido un drástico aumento del 200% en un año.
La paradoja de esta situación es que, a pesar de los aumentos en los precios, el consumo de carne ha disminuido notablemente. En los primeros nueve meses de 2024, el consumo per cápita cayó a 46,8 kilos, un 12,3% menos que en el mismo período del año anterior. Esto refleja cómo los argentinos están ajustando sus hábitos alimenticios en respuesta a la creciente presión inflacionaria.
Aceleración de precios en alimentos
La situación no se limita a la carne. Recientemente, los precios de los alimentos en general han mostrado una tendencia al alza, registrando un aumento del 1,7% en la cuarta semana de octubre. Este incremento, el más significativo desde julio, fue impulsado principalmente por el aumento en el precio de frutas, lácteos y bebidas.
Aunque algunos estudios apuntaban a la posibilidad de que la inflación de octubre se mantuviera por debajo del 3%, los últimos datos sugieren que el contexto económico sigue siendo incierto y volátil. Las familias argentinas enfrentan el desafío de mantener sus tradiciones culinarias en un entorno donde el costo de los alimentos sigue creciendo.