El cambio climático intensifica las sequías en la región patagónica, poniendo en riesgo la supervivencia de especies nativas y ecosistemas completos.
Las sequías prolongadas están provocando un aumento en la mortalidad de bosques en la Patagonia, afectando la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas. Especies emblemáticas como los coihues y las lengas han mostrado signos de estrés hídrico severo, pero también despliegan estrategias adaptativas, como ajustes en su crecimiento y resistencia genética. Frente a este escenario, expertos destacan la importancia de combinar estas capacidades naturales con esfuerzos de restauración forestal y estudios científicos para diseñar soluciones sostenibles que protejan estos paisajes únicos.
Un reciente artículo titulado “Sobrevivir o morir de sed”, publicado en la revista Desde la Patagonia, difundiendo saberes, advierte sobre un futuro de sequías más frecuentes, intensas y prolongadas en la región. Especialistas de la Universidad Nacional del Comahue señalaron que estas condiciones agravan el decaimiento y la mortalidad de los bosques, reduciendo el crecimiento de los árboles y causando la muerte de copas o incluso de ejemplares adultos. Un ejemplo claro fue la sequía de 1998-1999 en el Parque Nacional Nahuel Huapi, donde las precipitaciones fueron solo el 40 % del promedio, resultando en la pérdida de más de 20,000 hectáreas de coihues.
Sin embargo, no todo es desalentador. Investigaciones realizadas en bosques de Río Negro y Neuquén revelan que los árboles patagónicos tienen mecanismos para enfrentar el estrés hídrico. Entre ellos, la plasticidad ambiental y la genética permiten que especies como los cipreses y las lengas ajusten su crecimiento o desarrollen características como hojas más pequeñas y copas más bajas, claves para sobrevivir en condiciones extremas.
El estudio resalta la importancia de experimentos como los “jardines comunes”, donde se cultivan plantas de diferentes climas bajo condiciones controladas para identificar si las adaptaciones son genéticas o ambientales. Estos hallazgos son cruciales para diseñar estrategias de manejo y restauración forestal que respondan al cambio climático.
Además de las capacidades naturales de los bosques, los especialistas subrayan el rol fundamental de los esfuerzos humanos. La restauración de bosques degradados y la planificación basada en evidencia científica serán determinantes para proteger los ecosistemas de la Patagonia en un futuro incierto.