*Por Hugo Sager
Hace unos días, el Diputado Nacional Pichetto, en una nota periodística, intentó vincular la irrupción (o intercambio) fluido de hombres y mujeres desde la región del altiplano argentino hacia la llanura pampeana (léase Gran Bs As) con la llegada de instrumentos, música y costumbres, ajenos a lo que en su interpretación sesgada, es el Folklore Argentino. Enfatizó en uno de ellos: el Charango, que dicho sea de paso, está presente en una inmenso abanico musical de aquella región, producto de estar incorporado desde hace muchísimo tiempo en las expresiones culturales.
La respuesta no se hizo esperar, especialmente de quienes lo interpretan y en particular por artistas y personas muy identificadas con la cultura Andina y de nuestro Noroeste. El contexto de la expresión era una nota periodística pautada, por lo cual cuesta creer que la misma haya sido parte del apresuramiento. Más bien, podríamos pensar que los tiempos políticos que corren en nuestra nación y en el mundo, sirvieron de plataforma adecuada para hacer pública una histórica posición del centralismo porteño ( y de quienes lo defienden) que no por ser minoritario, deja de ser contundente: el desprecio a lo que proviene del interior, especialmente en lo cultural.
Por eso es necesario que las autoridades de la Cultura se pronuncien con fuerza, en especial de nuestras provincias. Porque hoy hablamos del “charanguito” pero mañana podrá ser el Chamamé, quizás más adelante el chotis o el gualambao misionero o luego la chamarrita entrerriana; todas ellas surgidas de la unidad en la diversidad de lo ancestral con la advenimiento de expresiones artísticas que llegaron con los españoles primero y se potenciaron con las oleadas de inmigrantes que hicieron su aporte, construyendo una identidad cultural y folklórica de cada región.
Y si eso llegó luego al conurbano bonaerense y lo inundó de chacareras, chamamés, zambas, cuecas, Carnavalitos, etc. es porque existe en nuestro país una redistribución de la riqueza y las oportunidades, por lo menos injusta. La radicación de industrias alrededor del sistema portuario argentino hizo que migraran muchísimos argentinos y latinoamericanos en búsqueda de alguna oportunidad laboral que permitiera desarrollar su proyecto de vida.
Y con ellos fueron sus comidas, costumbres y música (en síntesis su FOLKLORE) así como desde dicho centralismo porteño nos inundaban desde sus medios de comunicación masivos (llámese radio inicialmente, discos de pasta luego y televisión finalmente) del tango de los salones porteños (no de sus arrabales). Así nos fuimos uniendo: desde la diversidad construimos una identidad nacional.
Ahora bien: alcanza con la descripción del hecho surgido en una nota periodística?. Estoy convencido que no. Mediante consensos que costó muchísimo construir, la provincia del Chaco y nuestro país tienen sendas leyes que estimulan al Estado Nacional y Provincial a garantizar la enseñanza del Folklore en nuestras escuelas. Impulsamos oportunamente el proyecto que se transformó en la Ley 3071-E hoy ya tiene reglamentación y hace un tiempo está en condiciones de ser puesta en funcionamiento.
Sería una respuesta institucional a estas expresiones que hoy fueron de un Diputado Nacional, pero más me preocupa que puedan ser compartidas por varios “argentinos”. Porque son escasas (casi nulas) las expresiones de rechazo provenientes de los responsables de las políticas culturales de nuestras provincias.
Por las dudas, recordemos que la indiferencia ante estos dichos, son la mejor arma con la que cuentan aquellos que quieren imponer sus ideas.
Consejero provincial PJ Chaco