La Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó el pedido de licencia de Ariel Lijo, lo que pone en jaque su asunción como juez del máximo tribunal a menos que renuncie a su actual juzgado. La decisión generó malestar en la Casa Rosada, especialmente por el voto en contra de Manuel García Mansilla, quien había sido propuesto por el presidente Javier Milei.
Sorpresa y malestar en el Gobierno
Desde el entorno presidencial, al conocer la decisión de la Corte, inicialmente pusieron en duda que la votación se hubiera llevado a cabo. Sin embargo, el documento oficial confirmó el revés para el Ejecutivo. En Balcarce 50, la posición de García Mansilla generó desconcierto, ya que se esperaba su apoyo al nombramiento en comisión de Lijo.
Desde el círculo de Karina Milei buscaron minimizar la situación, sosteniendo que el voto en contra de García Mansilla es prueba de la independencia del Poder Judicial que pregona el Gobierno. «Esto confirma que no buscábamos una mayoría automática», aseguró un asesor presidencial.
El pliego de Lijo sigue en pie
A pesar del revés judicial, el Gobierno afirmó que continuará impulsando el pliego de Lijo en el Senado. Sin los votos necesarios para su aprobación, la estrategia oficialista se enfoca en negociar con sectores de la oposición, principalmente con el kirchnerismo, aunque hasta ahora no han logrado acuerdos concretos.
La candidatura de Lijo había avanzado en comisión con el apoyo de una parte del bloque de Unión por la Patria, pero su tratamiento en el recinto se truncó tras la suspensión de una sesión clave el pasado 20 de febrero. El intento del Ejecutivo de nombrarlo en comisión también fracasó con la decisión de la Corte.
Estrategia a futuro
A pesar de la incertidumbre, el oficialismo mantiene la expectativa de que el kirchnerismo termine cediendo. En caso contrario, desde la Casa Rosada especulan con extender el nombramiento en comisión de García Mansilla hasta después del 10 de diciembre, cuando asumirían nuevos senadores libertarios, aumentando la presencia del oficialismo en la Cámara alta.
Por el momento, las perspectivas para que el Senado apruebe el pliego de Lijo siguen siendo complicadas, en un año electoral donde las diferencias políticas entre libertarios y kirchneristas tienden a profundizarse.
