En plena guerra comercial, Estados Unidos anunció una reducción del 10% en los aranceles a las importaciones durante 90 días, beneficiando a la mayoría de los países, excepto China. Para el gigante asiático, Donald Trump dispuso una suba inmediata del arancel al 125%, intensificando el conflicto bilateral.
En el marco de la creciente tensión comercial con China y la volatilidad en los mercados internacionales, el presidente estadounidense Donald Trump anunció una pausa arancelaria de 90 días para casi todos los países, con una reducción del 10% en los gravámenes a las importaciones. La medida excluye a China, país con el que Estados Unidos mantiene un duro enfrentamiento comercial.
El alivio arancelario fue anunciado como un intento de estabilizar la situación económica global. En el caso de bloques como la Unión Europea, el promedio de los aranceles quedará en torno al 20% durante este período. Sin embargo, la Casa Blanca decidió mantener y agravar las restricciones comerciales con China, que ahora deberá afrontar un arancel del 125%, frente al 104% anterior.
“Ante la falta de respeto que ha mostrado China a los mercados”, argumentó Trump al justificar la medida. Desde el gobierno estadounidense acusan a Beijing de prácticas desleales que afectan la competitividad de sus productos.
En respuesta, China denunció a Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), acusándolo de violar normas internacionales y de priorizar sus propios intereses económicos en perjuicio del sistema multilateral. “No hay reciprocidad en estas medidas”, expresó la delegación china, y agregó que evaluar las relaciones comerciales únicamente por los saldos es un “enfoque engañoso”.
China ya había incrementado sus propios aranceles a productos estadounidenses al 84%, lo que augura nuevas represalias y un posible escalamiento del conflicto en el corto plazo.